La medida busca eliminar la enfermedad en el país y evitar trasplantes hepáticos. Son tres las dosis para tener alta protección.
Con la incorporación de la vacuna contra la hepatitis A al calendario nacional de inmunizaciones, en 2005, los casos de esa infección disminuyeron 95% y los trasplantes de hígado a cero. Ahora, el Ministerio de Salud de la Nación apuesta a repetir la hazaña: eliminar el virus de la hepatitis B, que en la Argentina es la primera causa de falla hepática fulminante, vacunando a todos los adultos mayores de 20 años.
Son tres dosis obligatorias que se aplican en forma gratuita en los centros de salud y hospitales públicos sin necesidad de presentar una orden médica, según el artículo 3º de la Resolución Nº 52/2014, firmada por el ministro de Salud, Juan Manzur, que se publicó en el Boletín Oficial. Hasta el momento, la vacuna estaba indicada para los recién nacidos y para los niños de 11 años con esquema incompleto, el personal de salud y los grupos de riesgo. Ahora, se buscará inmunizar a 11 millones de adultos; una práctica poco habitual a diferencia de lo que ocurre en los niños.
“Todos los menores de 20 años en la Argentina están protegidos. De hecho, ha disminuido la frecuencia de infecciones en los chicos. Sin embargo, sigue habiendo casos nuevos en adolescentes y adultos no vacunados o con esquemas incompletos. Por eso, llamamos a que todos los adultos mayores de 20 años se vacunen para eliminar la hepatitis B de la Argentina y que no haya más trasplantes hepáticos por esta causa”, sostuvo Carla Vizzotti, jefa del Programa Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (ProNaCEI) de la cartera sanitaria.
La hepatitis B es una enfermedad viral que afecta el hígado y que puede presentarse durante años sin la aparición de síntomas en la persona infectada. En la Argentina, se calcula que la enfermedad afecta al 2% de la población; es decir, 800 mil personas. El 10% de los infectados puede evolucionar a hepatitis crónica y eventualmente desarrollar cirrosis y cáncer de hígado. Según la OMS, se transmite a través del contacto sexual no protegido, de madre a hijo durante el embarazo y el parto (transmisión vertical), por compartir jeringas y por transfusiones de sangre no segura.
“La hepatitis B es una enfermedad de fuerte impacto porque genera cirrosis, incluso cáncer hepático. Pero hoy se puede prevenir con una vacuna. Los chicos menores de 13 años fueron vacunados y están protegidos. Sin embargo, todos los que nacieron después de 2000, si no fueron inmunizados, están en riesgo”, le dijo a PERFIL Gustavo Lopardo, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología. “Esta iniciativa de universalizar la vacuna es muy importante. Sabemos que después de la disponibilidad de agua potable, las vacunas en su conjunto son la segunda medida que tiene impacto en prevención de enfermedades infecciosas y en salud pública”, valoró el especialista.
Por su parte, Hugo Fainboim, jefe de la Unidad IV de Hepatopatías Infecciosas del Hospital Muñiz, también elogió la medida. “Se trata de una vacuna muy segura y eficaz: en el adulto protege en el 95% de los casos luego de las tres dosis. Provoca anticuerpos y evita que el paciente se enferme en caso de exposición al virus”.
El esquema completo de vacunación comprende tres dosis: la primera, un mes después la segunda y a los seis meses la tercera. “Si pasa más tiempo no hay problema, hay que completar el esquema y no hace falta reiniciarlo. Si uno no se acuerda si recibió la vacuna, tampoco pasa nada si se la da nuevamente y se puede reiniciar el esquema”, explicó Vizzotti.
“Si existiera una vacuna contra el VIH creo que todo el mundo se la daría. La hepatitis B también se da, al menos mayoritariamente, por vía de transmisión sexual, cuesta vidas y te puede pasar tranquilamente”, dijo Ramón Dagnino, quien hace cuatro años debió someterse a un trasplante de hígado a raíz de una falla hepática fulminante provocada por la hepatitis B. “Esta enfermedad puede ser mortal y el grupo de riesgo somos todos. Yo tuve suerte porque en menos de un mes se consiguió el órgano para trasplantarme. Pero entre un pinchazo y un trasplante, le recomiendo a la gente que elija el pinchazo”, concluyó Dagnino.
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