“Lo único que quedó en Maciá es basura y mirá que acá nunca se ve un papel tirado en el piso” nos dice el remisero que nos saca de la Capital Nacional de la Miel luego de que culminase el último día de la “gran fiesta de la ciudad”. Los residuos a los que se refiere el chofer son las cientos de botellas, envoltorios de alimentos, conitos de papas fritas y servilletas abolladas que dejaron las más de 20 mil almas que desde el atardecer del domingo 23 de marzo comenzaron a pulular por todo el predio ferial. Mientras se aleja el vehículo, se pueden ver los empleados municipales que comienzan a recolectar los restos de las horas felices.
Como todos los años, Maciá se vistió de agasajo durante tres días de marzo para materializar todo el trabajo realizado a lo largo de muchos meses y bajo el fin de rendirle homenaje a la miel, la vedette del progreso maciaense. La 19na. Fiesta Nacional de la Apicultura y Expo Apícola del Mercosur significó la congregación más multitudinaria del universo de los hombres de trajes antipicaduras y de todo el mercado que fomentan las abejas.
Tan importante son dichos insectos para la economía de Maciá que en el pueblo hay más colmenas que habitantes. Según el Ministerio de Producción de Entre Ríos, esta ciudad de 7.500 vecinos posee 60 mil colmenas de las cuales se genera el 10% de la producción total de miel entrerriana. La mayoría de los barriles melosos salidos de Maciá encuentran su destino en los mercados internacionales, de ahí lo esencial que son las abejas para este sitio encallado en el centro del mapa de nuestra provincia. Un dato curioso es que ninguna ruta relevante pasa por su puerta, por lo que podría decirse que Maciá se encuentra anclada en un paraje casi aislado, lo que genera que sus habitantes sean dueños de una idiosincrasia particular, la cual se vio un tanto alterada durante los días de su fiesta debido a la fluidez de los turistas que llegaron de múltiples puntos del país.
El viernes 21 por la tarde la acción comenzó con las primeras horas de la siesta, algo sagrado en Maciá a lo largo del año pero que durante los días previos a la fiesta la mayoría de los habitantes la sacrificaron por dejar todos sus esfuerzos en la producción del evento. Pasadas las 4 de la tarde, mientras algunas nubes tapaban por momentos a un tibio sol y generaban el descenso de la temperatura, se abrieron las puertas del predio cuando aún muchos expositores terminaban de armar sus stands. Los primeros en ingresar fueron los estudiantes locales, quienes con mate en mano (tereré los más jugados) empezaron a recorrer las instalaciones. El galpón central del predio reunía a los productores e innovadores apícolas. Dentro de un viejo edificio ferroviario convivieron maniquíes que vestían los trajes que se emplean para cosechar la miel, cajones de madera que en algún momento albergarán a millones de abejas inquietas y colmenas que se encontraban en plena acción. Detrás de un vidrio transparente, los visitantes se amontonaban por observar cómo trabajaban laboriosa y organizadamente los insectos productores del dulce néctar. Por momentos el espectáculo se tornaba casi hipnótico y uno no se daba cuenta de que el tiempo transcurría mientras se asombraba con los perfectos hexágonos que construían las abejas.
Pero Expo Maciá no sirvió solamente para celebrar y mostrar eventos artísticos sino que además actuó como nexo entre múltiples trabajadores e inversionistas del mundo de la miel. Por eso durante los tres días que duró el evento, se llevaron adelante diferentes rondas de negocios y conferencias vinculadas al negocio apícola. Para muchos productores, en especial para los más pequeños, tal vez esta significó su única posibilidad de poder atraer la atención de importantes compradores o de entablar esos primeros lazos de confianza con un futuro socio. Paralelamente permitió a los maciaenses y gente de la zona participar de los concursos que se desarrollaron en torno a la Fiesta Nacional de la Apicultura. Los familiarizados con la fotografía pudieron mostrar su arte en el certamen donde se escogieron las mejores imágenes vinculadas a la abeja y su entorno. Aquellos cocineros o aficionados al mundo culinario tuvieron la posibilidad de competir en la elección de los mejores platos cuyo ingrediente principal fuese la miel y los estudiantes locales se esmeraron por destacarse en el concurso de cuentos donde las abejas hacían de protagonistas.
La cartelera artística de la fiesta de Maciá 2014 se caracterizó por su heterogeneidad y diversidad en abundancia. Luego de que el viernes las luces del Escenario Darío Paoloni se encendiesen por primera vez para llevar a cabo el acto protocolar de apertura, en el que estuvieron presentes funcionarios provinciales tales como el Ministro de Producción Roberto Schunk y el Diputado Nacional Lautaro Gervasoni (el Gobernador Sergio Urribarri se encontraba en su gira asiática), la Banda Municipal local fue la encargada de regar el predio con sus acordes. El grupo de chicos vestidos de verde intentaron mover a un moderado público que estaba como estatua a causa del frío repentino. Con un set que iba desde “Another brick in the wall” de Pink Floyd hasta “La pollera amarilla” de Gladys La Bomba Tucumana, pasando por temas de Marco Antonio Solís y clásicas tarantelas, los pequeños músicos maciaenses trataron de que la gente se moviese en sus lugares. La mayoría estaba ubicada sobre la tribuna popular o a los costados del escenario por lo que la platea, para la cual había que abonar un precio extra al de la entrada, estuvo prácticamente vacía durante la primera luna del festival. Una verdadera lástima, puesto que esto generó que el público se mantuviese alejado de los artistas mientras el centro del predio se encontraba colmado de cientos de asientos vacíos.
Luego de la presentación chamamecera de Mariela Campodónico, fue la hora de un tributo a Ricardo Arjona en la voz de Alberto Bravo. Acompañado de una pista donde repasó varios temas del cantautor guatemalteco, el imitador ofreció un extenso karaoke más que un show genuinamente musical. Con un esforzadísimo acento en el que resaltaba el empleo de la “zeta”, lo que lo tornaba más español que latino, acompañado de la mala pronunciación de la ciudad donde estaba actuando (permanentemente decía “Macía”) el falso Arjona dejó en claro que quizás podría cosechar numerosos aplausos en un bar o un pub pero su performance resulta escasa para un festival convocante.
La segunda noche estuvo colmada por el humor y la cumbia santafesina. Actuó el mendocino Cacho Garay mientras que el cierre estuvo a cargo de Los Palmeras. Los inoxidables músicos de Santa Fe hicieron bailar a la multitud. Laura Brassesco de Victoria fue elegida como la Reina Nacional de la Apicultura mientras que Carolina Sauan (Villaguay) fue la 1ra. Princesa, Camila Schmer (Basavilbaso) la 2da. y la local Berenice Quintana se coronó como Miss Simpatía.
El último día de Expo Maciá se confirmó lo que muchos ya daban por hecho: el número de visitantes sería realmente extraordinario. Desde las primeras horas de la mañana, apenas se abrieron las puertas del predio, comenzaron a verse diferentes jóvenes (en su mayoría chicas) que provenían de diferentes sectores del mapa argentino. Donde toque Abel Pintos lo acompañarán miles de personas que lo siguen de festival en festival. Las seguidoras del exitoso músico bahiense se agrupan bajos diferentes nombres: “Abeleras”, “Peregrinas”, “Peregilas” entre otros y podría decirse que desde hace algunos años se ha venido gestando toda una cultura alrededor de los show de Abel Pintos, la cual se merece una crónica exclusiva. En Revista Eclosión publicaremos en los próximos días una pieza donde se reconstruye un poco para tratar de comprender lo que genera este músico.
Después de que actuasen Mauri y Simón Merlo, jóvenes promesas del chamamé nacional cuyo espectáculo mezcla acordeones con bajo violín (al estilo McCartney) junto a wiros y guitarra eléctrica. Todo dentro de la órbita rockstarts de su cantante que se movía como un auténtico frontman. Más tarde llegó Teresa Parodi, quien en el mundo de la canción popular argentina no requiere de muchos adjetivos ya que todos le quedan chicos y durante algo más de 45 minutos recorrió parte de su extensa carrera, cosechando múltiples aplausos.
El gran cierre de la fiesta de Maciá fue de la mano de Abel Pintos quien durante una hora ofreció sus mayores éxitos como “La llave”, “No me olvides” o su sólida versión de “Cactus” de Gustavo Cerati. Pero también tocó varios temas de su último disco, editado en octubre del año pasado, que en poco tiempo se esfumó de las bateas. Interactuando constantemente con el público, en especial con sus fans, el cantautor dejó en claro por qué es uno de las artistas más convocantes en el último tiempo. Lugar en el que se presente genera que no quepa un alfiler literalmente, y Maciá no fue la excepción.
Una vez que Abel pintos se despidió con su frenético tema “Revolución”, los fuegos artificiales iluminaron el cielo entrerriano y dieron el primer paso para lo que será la Expo Maciá 2015, que seguramente ya están diseñando sus organizadores. Será hasta el año que viene, cuando otra vez esta tranquila ciudad vuelva a verse arrebatada de turistas que provocan modificaciones obvias en la cotidianidad pueblerina, al punto de dejar basura, algo inusual para los maciaenses, tal como sostuvo el asombrado remisero.http://eclosionrevista.com/
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