Anoche se hizo la presentación en Nogoyá. Blas Jaime, el único parlante de la lengua que se conoce, es el encargado de difundir el legado de sus antepasados y lo sostiene con compromiso.
Blas Jaime tiene 72 años y recién hace 11 se animó a revelar que sabe hablar el idioma de sus antepasados: el chaná. Antes se lo habían prohibido; su mamá, su abuela y su bisabuela se lo enseñaban a escondidas, cada noche, para que pueda mantener el legado cultural de su pueblo, pero le dijeron que no se lo cuente ni a sus mejores amigos, por miedo a que fuese discriminado.
“Me habían enseñado a no hablar con nadie de ese tema. Eran otros tiempos y por suerte ya no se nos discrimina, pero recuerdo que en esa época, cuando tenía 8 años fui a la escuela en Nogoyá y habían apartado en el aula a un grupo de chicos, los señalaron y nos dijeron que esos eran indios, que iban por ir nomás a clases, ya que era probable que no aprendieran nada; se consideraba que los indios solo podían servir para peones”, contó a UNO Jaime, y agregó: “Ellas me enseñaron, pero como no me podían trasmitir algunas cosas por delicadeza, ya que a pesar de lo rústica que era mi familia también se destacaba por ser muy educada, me mandaban a lo de otro hombre que sabía chaná. Era un viejito que tenía como 100 años, vivía en el monte y siempre andaba en pata. Nos hicimos muy amigos y con él aprendí muchos secretos de la cultura chaná”, recordó.
Revelación
El idioma se creía perdido desde hacía siglos y Blas Jaime mantuvo el secreto por décadas, pero después de un encuentro casual con una mujer coya del Instituto del Aborigen de Buenos Aires, con quien coincidió en la casa de un amigo en común, fue presentado en un acto por el Día del Aborigen y su historia se difundió en los medios locales y también en el suplemento de un diario nacional. Allí fue que lo descubrió Pedro Viega Barros, un destacado lingüista investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), que desde entonces viaja periódicamente a Paraná a ver a Jaime. Tras una década de arduo trabajo, lograron sistematizar la información aportada por el único parlante de la lengua chaná que se conoce, quien además es descendiente de chanás por ambas líneas de sangre.
Lograron confeccionar un diccionario que contiene alrededor de 600 vocablos y también canciones y cuentos tradicionales.
Con la presencia del ministro de Cultura y Comunicación, Pedro Báez, que apoyó la iniciativa, y del responsable de la editorial de Entre Ríos, José María Blanco, lo presentaron anoche de manera oficial en la Casa de la Cultura de Nogoyá, de donde era oriunda la familia de Blas Jaime. “Se podría haberlo hecho en cualquier ciudad del país, incluso en el extranjero, donde teníamos firmes invitaciones, pero decidimos que fuese acá porque consideramos que este texto corresponde al patrimonio cultural de Ente Ríos”, sostuvo Viega Barros, y aseguró que seguirá trabajando en futuros textos que ayuden a proteger y resguardar la lengua chaná.
Preservar la tradición
El diccionario alberga palabras, pero también historias. La editorial de Entre Ríos fue la encargada de publicar el texto, que tiene además un soporte digital que será distribuido en forma gratuita en escuelas, bibliotecas y entidades culturales.
Blas Jaime asegura que no es difícil aprender la lengua chaná, aunque la pronunciación es básicamente gutural y hay que entrenar el oído.
Blas Jaime asegura que no es difícil aprender la lengua chaná, aunque la pronunciación es básicamente gutural y hay que entrenar el oído.
Ahora, según cuenta, su hija Evangelina sigue sus pasos y desde hace unos años empezó a practicarlo y a interiorizarse por la cultura de este pueblo originario, para que no se corte la cadena ancestral que procura mantener viva una tradición que promueve el respeto como modo de ser.
Hasta ahora no se conoce otra persona que hable esta lengua
Blas Jaime asegura que tiene mala memoria, pero que al idioma chaná que le enseñaron las mujeres de su familia no se lo olvidó jamás, a pesar de que pasaron más de 60 años.
Agradece al gobierno que lo ayudó a publicar el libro, y a Pedro Viega Barros, que le dio forma a aquel valioso legado cultural.
Con suma naturalidad, cuenta su historia sin asumir las extrañas posturas que adoptan quienes se convierten en protagonistas de algo importante. Mantiene la simpleza que lo caracterizó siempre y confiesa que no terminó la escuela Primaria y que aprendió a leer y a escribir en forma autodidacta. “A los 10 años le dije a mi mamá que iba a empezar a trabajar y hacía mandados; ella no podía contradecirme porque yo nací para ser cacique: tengo unos signos en la mandíbula, el paladar y el estómago que así lo indican”.
Tuvo distintos empleos y se jubiló como jefe en la administración pública. Luego se dedicó a buscar a algún par suyo y descubrió que hay muchos descendientes de los chanás, pero hasta el momento es el único que habla la lengua. Para corroborarlo, Viega Barros realizó una exhaustiva investigación: “Hemos viajado a otros lugares y no hallamos a otra persona que hable la lengua”, dijo a UNO el investigador del Conicet, a la vez que contó que determinó su veracidad comparando un registro anterior de esta lengua de 1815. “Tiene elementos que concuerdan; hay apenas unas diferencias que se pueden explicar por el influjo de la lengua dominante y además por la evolución natural de las lenguas. Pero además hay cosas de las cultura chaná que no son muy conocidas, y rastreando en la bibliografía coinciden con lo que don Blas cuenta”. Por último, señaló: “El testimonio de don Blas es muy valioso y es un caso único en Sudamérica. Este es el primer libro que hacemos y quedará como un registro sobre esta lengua”.foto Uno
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