Durante una década, la Justicia le negó el derecho a criar a su hija. La Corte Interamericana de Derechos Humanos falló a su favor y el Estado nacional tendrá compensarlo. “La indemnización no llena el vacío de no tener a mi hija”, dijo.
Leonardo Fornerón, de Rosario del Tala, es un padre que viene dando una larga batalla legal para recuperar a su hija que fue entregada en adopción de forma irregular. Luego de años de derrotas judiciales, en las que sucesivos fallos fueron negándole su derecho de ejercer su patria potestad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos le reconoció su reclamo, pidió sanciones para jueces y funcionarios judiciales y ordenó que el Estado le pague una indemnización. Un decreto que lleva la firma de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le otorga una compensación económica por más de 199.000 dólares.
Al respecto, Fornerón dijo que todavía no ha tenido ninguna comunicación oficial sobre el tema y que él y su familia continúan esperando el regreso de su hija.
“Esta indemnización no llena el vacío de no tener a mi hija”, expresó.
Encuentros
“La veo cada semana. De apoco va sabiendo que tiene un padre y una familia que la ha buscado siempre. Cuando ella se decida y esté preparada la estaremos esperando con los brazos abiertos”, dijo Fornerón a El Diario.
La niña está próxima a cumplir 14 años y vive en Buenos Aires con sus padres adoptivos, o con “la familia que la tiene”, como el padre se refiere a ellos, un matrimonio de clase media alta.
La nena nació en Victoria, fruto de una corta relación que Fornerón tuvo con una mujer de Rosario del Tala. Ni bien se enteró de que había sido padre, se presentó en el Registro Civil para inscribirla a su nombre pero, en un trámite inusual y precipitado, el entonces defensor de Menores, Julio Ramón Francisco Guaita, ya la había entregado en adopción a un matrimonio de Buenos Aires, un día sábado y en la misma clínica privada donde tuvo lugar el parto.
Fornerón no se amilanó ni dejó de reclamar ante la Justicia. El ADN confirmó su paternidad pero nada fue suficiente. En 2005, la Justicia otorgó la adopción simple al matrimonio y el argumento de los hechos consumados se fue imponiendo sobre la legalidad. Inclusive, la Justicia rechazó en su momento una denuncia de Fornerón por la supuesta venta de la beba ya que para el fiscal ese delito no estaba tipificado.
Quince minutos
“El proceso va lento, nos estamos viendo. Hay que darle tiempo para que asimile y pueda procesar esta información que para ella es nueva, de su historia. Está en una edad difícil, la adolescencia. Ella no cree nada. Yo estoy yendo una vez por semana a verla. Ahora hace dos semanas que no la veo porque está en épocas de exámenes y hay que dejarla estudiar tranquila y que no tenga la cabeza ocupada en otras cosas”, contó el preocupado padre.
Los encuentros se dan en el ámbito de la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia, en Buenos Aires. La nena llega acompañada de uno de sus padres adoptivos y luego se reúne con Fornerón.
“A veces son 15 minutos, otras veces, 10. Dura el tiempo que ella quiera estar”, aclaró.
Él viaja desde Rosario del Tala, donde trabaja como cabo de la Policía de Entre Ríos y vive junto a su actual pareja, la hija de ésta de 8 años, y su otra hija, de 2.
“Por ahí le cuesta creer, me pide que le dé tiempo. Hace un año a ella le hablaron de todo esto, le dijeron que se trató de una adopción irregular. Es lo que sabe, no se le dijo toda la verdad”, indicó.
Daños
El nacimiento se produjo en el año 2000 y recién en 2008 la lucha de Fornerón tuvo algún reconocimiento oficial. Desde el Gobierno Nacional se expresó la “preocupación” por el caso y le pidió a la provincia que llegara a un acuerdo para reparar en parte el daño causado.
En 2011, el Superior Tribunal de Justicia refrendó un acuerdo entre el padre biológico y los padres adoptivos sobre un régimen de visitas.
Pero el caso ya había llegado a la Corte Interamericana de Justicia que se expidió exigiendo que inmediatamente se instrumenten las medidas para lograr una “efectiva vinculación entre el señor Fornerón y su hija” y no se ahorró en una fuerte reprimenda a jueces y fiscales, además de instar a que se clarifiquen las responsabilidades de cada uno de ellos.
Curiosidad
“Hay veces que tiene ganas de estar y hablar conmigo. Otras no tanto y se va. Pero nunca se niega a ir. Creo que tiene curiosidad por saber su historia”, señaló Fornerón sobre sus encuentros con su hija. Lamentó que la chica no esté teniendo algún tipo de asistencia o tratamiento profesional, salvo cuando está presente uno en las entrevistas que depende de la dependencia bonaerense. “No le están dando ningún tratamiento psicológico, más allá de los psicólogos puestos por el Estado. Ellos (por los padres adoptivos) dicen que ella no quiere ir. Yo digo que necesita estar con un psicólogo para que pueda expresarse, descargar su bronca. Porque lo que ella debe sentir es una mezcla de todo”, entendió el papá.
Luego, manifestó que su objetivo es que la chica esté con él y su familia. “Yo le doy todo el tiempo que sea necesario y la que va a decidir es ella, cuando esté preparada. Hice todo para traerla conmigo pero la Justicia no me dio la posibilidad de criarla. Más allá de que la adopción haya sido ilegal y que esa familia que la tiene no cumplió con la ley, hay que respetar sus tiempos”, comprendió.
Fornerón y su mujer están esperando otro hijo. Él dice que toda su familia ama y extraña a ese otro integrante que no está con ellos pero a quien le han reservado un lugar privilegiado.Al frente
Leonardo Fornerón, de Rosario del Tala, es un padre que viene dando una larga batalla legal para recuperar a su hija que fue entregada en adopción de forma irregular. Luego de años de derrotas judiciales, en las que sucesivos fallos fueron negándole su derecho de ejercer su patria potestad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos le reconoció su reclamo, pidió sanciones para jueces y funcionarios judiciales y ordenó que el Estado le pague una indemnización. Un decreto que lleva la firma de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le otorga una compensación económica por más de 199.000 dólares.
Al respecto, Fornerón dijo que todavía no ha tenido ninguna comunicación oficial sobre el tema y que él y su familia continúan esperando el regreso de su hija.
“Esta indemnización no llena el vacío de no tener a mi hija”, expresó.
Encuentros
“La veo cada semana. De apoco va sabiendo que tiene un padre y una familia que la ha buscado siempre. Cuando ella se decida y esté preparada la estaremos esperando con los brazos abiertos”, dijo Fornerón a El Diario.
La niña está próxima a cumplir 14 años y vive en Buenos Aires con sus padres adoptivos, o con “la familia que la tiene”, como el padre se refiere a ellos, un matrimonio de clase media alta.
La nena nació en Victoria, fruto de una corta relación que Fornerón tuvo con una mujer de Rosario del Tala. Ni bien se enteró de que había sido padre, se presentó en el Registro Civil para inscribirla a su nombre pero, en un trámite inusual y precipitado, el entonces defensor de Menores, Julio Ramón Francisco Guaita, ya la había entregado en adopción a un matrimonio de Buenos Aires, un día sábado y en la misma clínica privada donde tuvo lugar el parto.
Fornerón no se amilanó ni dejó de reclamar ante la Justicia. El ADN confirmó su paternidad pero nada fue suficiente. En 2005, la Justicia otorgó la adopción simple al matrimonio y el argumento de los hechos consumados se fue imponiendo sobre la legalidad. Inclusive, la Justicia rechazó en su momento una denuncia de Fornerón por la supuesta venta de la beba ya que para el fiscal ese delito no estaba tipificado.
Quince minutos
“El proceso va lento, nos estamos viendo. Hay que darle tiempo para que asimile y pueda procesar esta información que para ella es nueva, de su historia. Está en una edad difícil, la adolescencia. Ella no cree nada. Yo estoy yendo una vez por semana a verla. Ahora hace dos semanas que no la veo porque está en épocas de exámenes y hay que dejarla estudiar tranquila y que no tenga la cabeza ocupada en otras cosas”, contó el preocupado padre.
Los encuentros se dan en el ámbito de la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia, en Buenos Aires. La nena llega acompañada de uno de sus padres adoptivos y luego se reúne con Fornerón.
“A veces son 15 minutos, otras veces, 10. Dura el tiempo que ella quiera estar”, aclaró.
Él viaja desde Rosario del Tala, donde trabaja como cabo de la Policía de Entre Ríos y vive junto a su actual pareja, la hija de ésta de 8 años, y su otra hija, de 2.
“Por ahí le cuesta creer, me pide que le dé tiempo. Hace un año a ella le hablaron de todo esto, le dijeron que se trató de una adopción irregular. Es lo que sabe, no se le dijo toda la verdad”, indicó.
Daños
El nacimiento se produjo en el año 2000 y recién en 2008 la lucha de Fornerón tuvo algún reconocimiento oficial. Desde el Gobierno Nacional se expresó la “preocupación” por el caso y le pidió a la provincia que llegara a un acuerdo para reparar en parte el daño causado.
En 2011, el Superior Tribunal de Justicia refrendó un acuerdo entre el padre biológico y los padres adoptivos sobre un régimen de visitas.
Pero el caso ya había llegado a la Corte Interamericana de Justicia que se expidió exigiendo que inmediatamente se instrumenten las medidas para lograr una “efectiva vinculación entre el señor Fornerón y su hija” y no se ahorró en una fuerte reprimenda a jueces y fiscales, además de instar a que se clarifiquen las responsabilidades de cada uno de ellos.
Curiosidad
“Hay veces que tiene ganas de estar y hablar conmigo. Otras no tanto y se va. Pero nunca se niega a ir. Creo que tiene curiosidad por saber su historia”, señaló Fornerón sobre sus encuentros con su hija. Lamentó que la chica no esté teniendo algún tipo de asistencia o tratamiento profesional, salvo cuando está presente uno en las entrevistas que depende de la dependencia bonaerense. “No le están dando ningún tratamiento psicológico, más allá de los psicólogos puestos por el Estado. Ellos (por los padres adoptivos) dicen que ella no quiere ir. Yo digo que necesita estar con un psicólogo para que pueda expresarse, descargar su bronca. Porque lo que ella debe sentir es una mezcla de todo”, entendió el papá.
Luego, manifestó que su objetivo es que la chica esté con él y su familia. “Yo le doy todo el tiempo que sea necesario y la que va a decidir es ella, cuando esté preparada. Hice todo para traerla conmigo pero la Justicia no me dio la posibilidad de criarla. Más allá de que la adopción haya sido ilegal y que esa familia que la tiene no cumplió con la ley, hay que respetar sus tiempos”, comprendió.
Fornerón y su mujer están esperando otro hijo. Él dice que toda su familia ama y extraña a ese otro integrante que no está con ellos pero a quien le han reservado un lugar privilegiado.Al frente
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