martes, 17 de febrero de 2015

Taty el Uniformado en la Fe

Un "Polipastor" trabaja en la Policía de Entre Ríos hace 11 años, la mayor parte de ese tiempo en Basavilbaso. Días pasados participó de un encuentro de la Red Mundial de Mundial de Policías Cristianos, donde recibió una distinción de Naciones Unidas. "Estar en la calle es muy bueno, estoy a la "pesca" de personas que puedan estar necesitando una palabra de aliento", afirma.


El Sargento Gustavo Andrés Paolo González dice que es Policía por vocación, y agrega: "de familia", y lo justifica: "mis abuelos -materno y paterno-, al igual que todos mis tíos, primos y hermanos fueron o son Policías". "Amo lo que hago, es un orgullo ser parte de la institución", afirma el funcionario quien además es Pastor Evangélico.
"El primero de mis hijo, según los médicos, no iba a nacer...tenía siete meses de gestación y prácticamente estaba muerto el vientre de su madre (mi esposa). Me decían que si nacía tendría muchas dificultades y las expectativas de vida no superarían el año...estaba muerto para ellos (los médicos)...quince profesionales me atendieron en una sala, y me pidieron que firmara el consentimiento para que lo sacaran del vientre de la madre y realizar un raspaje. Ante el riesgo que representaba el embarazo me dieron a elegir entre seguir adelante o garantizar la vida a mi esposa, que según los médicos me daría hijos más adelante. Yo me negué a firmar, era lo que sentía en el corazón...entre la bronca, el dolor y la tristeza que sentía por lo que estaba ocurriendo me arrodillé y le pedí Dios por los dos. Recordé que desde chiquito me habían hablado de su existencia, y que necesitaba una "prueba" y que su presencia sería de gran ayuda, porque quería a mi esposa y al hijo de ambos que llevaba en el vientre...al otro día donde estaba internada mi esposa había "corridas", los médicos entraban y salían, no entendía nada...seguía los movimientos con gran angustia hasta que me llamaron y me dicen: "la "bolsa" en la que está tu bebé está sana...él se mueve, ahora podemos ver y estudiar sin riesgo". Hasta ese momento sólo sabían que los pulmones del bebé no estaban desarrollados, que eran una "pasitas" de uvas...", recuerda.
Y sigue su relato señalando que "para los ojos de los médicos" la medicación que le habían suministrado 24 horas antes a su bebé "había resultado", y que eso utilizaron para "justificar su evolución, y que respirara". Pero González dice: "yo no tengo dudas que fue una obra de Dios".
El Policía celebra que ese bebe hoy tiene 15 años, y es el mayor de cuatro hijos, los otros tienen 13, 7 y 6 años. "Soy creyente, cristiano desde niño, pero con lo que nos ocurrió provocó un cambio en nuestras vidas; me abracé a la Biblia, y trato diariamente hacer lo que está escrito allí, que no es más ni menos que la palabra de Dios", dice.
"Soy muy feliz de ser parte de la Iglesia Evangélica, y desde hace unos años Pastor del templo "Maravillosa Fe" de Rosario del Tala", comenta.
Luego admite sentir que su condición de Pastor es un "complemento" a su tarea como Policía. Y le contó a RIEL FM que ayudó a compañeros de trabajo en situaciones difíciles e incluso extremas, al punto de querer quitarse la vida. "Algunos, después que superan la dificultad, me agradecen, pero en realidad no soy yo sino Dios...yo en todo caso en boca de Dios fui un pronto auxilio para quienes lo necesitaban", se apresura en aclarar.
"Es más difícil hablar de Dios con un compañero de trabajo que con un delincuente...todo el tiempo hablo de Dios, pero no invado y por eso me respetan y estoy agradecido de mis superiores y compañeros", reconoce el funcionario policial, al que sus amigos y colegas llaman por el apodo de "Pescadito", como también conocen a su papá.
La charla con la radio de Basavilbaso surgió a partir del interés de un cronista de la emisora en querer interiorizarse sobre una reunión de la Red Mundial de Mundial de Policías Cristianos, de la que un efectivo de la fuerza local había participado, y además había recibió de la ONU una medalla al honor y en reconocimiento a las tareas comunitarias. "La verdad es que me sorprendieron", reconoce el Sargento González al recordar el momento de especial emoción que vivió cuando miembros de la Policía Militar de Brasil pusieron en sus manos la medalla.
Más adelante explicó que la Red surgió de la necesidad de los que trabajan en la Policía, pero que además dedican tiempo a transmitir la palabra del Señor, a "juntarnos para hablar, compartir experiencias y aprender...en definitiva es un "club" del que somos parte un grupo importante de personas, de todo el mundo, que estamos uniformados en la Fe".
González hace 8 años que es Pastor, y comanda un templo en Rosario del Tala, su ciudad natal y dónde vive con su familia. Pero buena parte de la semana la pasa en Basavilbaso, una comunidad en la que conviven diferentes credos, la gran mayoría cristianos. "Estar más o menos cerca de Dios es una "tarea" individual", dice y que "uno agradece encontrar la paz y su amor", y por ello es que "dónde estoy trato de que quienes están con el estén bien, se sientan a gusto". "Dios es una búsqueda personal, individual a la que uno tiene que estar dispuesto sino no ocurrirá por más que existan docenas de templos", afirma.
"Una vez un compañero estaba por aprehender a un joven que estaba robando un equipo de audio de un auto, y cuando el muchacho me reconoce dice: "yo voy con el Pastor". Pero se encontró con que soy inflexible, que a mi autoridad como Policía no me la saca nadie, y cumpliendo con mi trabajo lo reduje, esposé y llevé a la patrulla, con el mismo vehículo que lo trasladé hasta la Departamental. Y durante todo el viaje debió escuchar mi sermón", contó como anécdota.
El Subcomisario Javier Leiva, responsable de la delegación Basavilbaso, asegura que su subalterno es "muy competente en su trabajo", pero además resulta "muy útil" en situaciones límites, extremas. "Siento una gran admiración por él...siempre está dispuesto a ayudar", asegura Leiva que cuenta que en varias oportunidades González participó con éxito en mediaciones, "con una actitud que todos tratamos de poner en práctica para evitar el uso innecesario de la fuerza".
El Subcomisario Leiva destacó como "logro" el nivel de convivencia alcanzado en la Comisaría, "que todos tiremos para el mismo lado", y "cosas como las que aporta González seguramente sirven para tener armonía, no tener problemas internos y estar dispuestos de la mejor manera para resolver los problemas que existen en la calle...sin dudas es (González) un pilar para que esto ocurra". "Estamos muy felices que sea reconocido", afirma Leiva.
Tanto Leiva como González coinciden en que los Policías en general le piden al Dios en el que creen no tener que usar el arma, "como seres humanos no queremos herir ni matar a nadie", admiten pero aclaran: "tampoco queremos ser blanco de ninguna". "Cuanto menos utilicemos la fuerza es mejor...pero nuestro trabajo no tiene comparación con ninguno, ya que no sabemos con qué nos vamos a encontrar en cada lugar donde se nos convoca", resumió el Subcomisario.
"Hay situaciones en las que se necesitan otro tipo de ayuda", prosigue Leiva y pone de ejemplo que González acudió -con un compañero- hasta el conocido puente del alto nivel de la Ruta 20, en la zona Sur de la ciudad, en ayuda de una mujer joven que quería arrojarse al vacío, y que "después de hablar con la joven todo, gracias a Dios, salió bien".
"Ella estaba desesperada, tenía en sus manos jeringas, pastillas...me acerqué, se asustó. Dejé que viera que había dejado el arma y que sólo quería hablarle, no sólo como Policía y me escuchó sorprendida. Le dije que sabía que era lo que quería hacer y que no solo se causaría daños sino que afectaría toda su familia, y que aunque ella no lo sintiera sí le importaba a mucha gente...ella comenzó a contarme sus problemas, se desahogó llorando...se desprendió de las cosas que tenía en la mano, me abrazó y se fue corriendo. Después de un tiempo la volví a ver, creo que terminó sus estudios, y estaba muy bien...me hizo muy feliz", relató dibujando una sonrisas en su rostro.
"Estar en la calle es muy bueno, estoy a la "pesca" de personas que puedan estar necesitando una palabra de aliento. No siempre la solución es la fuerza", asegura.
González considera que su tarea pastoral más importante está en "hablar" y "escuchar" a sus colegas Policías. Afirma que cuando puede acude al penal donde están alojados sus compañeros privados de su libertad, -"hasta dónde no va ningún religioso"-, aprovecha su condición de Policía para "como Pastor" transmitirles la palabra de Dios. "Se que muchos experimentaron cambios en sus vidas, lograron recuperar la familia...me hace feliz que sea así, pero se equivocan cuando me lo agradecen, porque no soy yo todo el mérito es de Dios", sostiene.Fuente Fm riel
                                                       El Sargento González muestra con orgullo la medalla y sostiene que no siempre la solución es la fuerza.

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