1816- 9 de Julio
- 2015
Día de la Independencia
Nuestro país celebra su independencia. Hace 199
años, un grupo de valientes dirigentes de algunas provincias de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, determinaron que estos territorios eran libres de la
monarquía española y de toda potencia
extranjera, de allí en más.
Fue en la ciudad de San Miguel de Tucumán,
alejando el escenario político de la ciudad de Buenos Aires, con quien la
totalidad de los congresales provinciales estaban en desacuerdo.
Hasta allí se dirigieron meses previos a la
Declaración estos hombres con sus ideas y convicciones fuertes.
El Congreso comenzó en marzo con todas las
provincias presentes, y se disolvería en Buenos Aires en 1820, tras la derrota
del Directorio en Cepeda. Algunas provincias, como la nuestra, no participaron
de la Declaración del 9 de julio, en disconformidad con algunas decisiones
políticas.
Las
deliberaciones fueron arduas y acaloradas en Tucumán. Pero es destacable la
comunión de ideas en cuanto a la independencia, y la determinación de una nueva
forma de gobierno, bajo el imperio de una Constitución. El día 19 de julio el diputado Pedro Medrano propuso agregar al
texto del acta, a continuación de la propuesta de emancipación, “de los reyes
de España, sus sucesores y metrópoli”, la expresión “y de toda otra dominación
extranjera para eliminar los rumores de un acuerdo con el imperio portugués. La
propuesta fue aprobada por unanimidad.
La presión política era enorme. Dirigentes de
la talla de San Martín y Belgrano estaban a la expectativa de lo debatido en
Tucumán. De hecho, la jura de la Independencia, el 21 de julio, se realizó ante
Manuel Belgrano, el gobernador, y otras autoridades.
Toda la situación política que reunió a estas
personas fue posible gracias a los triunfos en campo de batalla de nuestros
próceres, San Martín, Belgrano, Güemes, y tantos otros.
La Independencia significó la voluntad de la Nación de asumir su
soberanía y conducir sus destinos y fue un paso fundamental para organizar el
Estado Nacional.
Si bien siempre habían existido, al declararse la independencia
y hacerse patente el hecho de que era necesario organizar el país, se
plantearon dos posturas con respecto a la organización de la América Española:
la Americanista y la Localista.
La posición Americanista proponía la unión entre los pueblos de la América Hispana; sus objetivos eran unir fuerzas para terminar con las guerras de independencia y organizar un sistema político estable que garantizase la unión.
La posición localista defendía a la unión de los hombres con una ciudad o región; y temían que una unión que abarcase tantos países y tanto terreno demorase la recuperación y organización regional. Los localistas temían perder poder o fuerza con esta integración. Rivadavia era uno de los principales representantes de esta posición.
También surgió el problema de la forma de gobierno; entre las distintas opciones había un sector que defendía la monarquía constitucional por considerarla un sistema estable que garantizaba el orden y los derechos de los hombres. Belgrano propuso una monarquía constitucional con un descendiente de los Incas.Los representantes de Bs. As. propusieron ofrecer la corona a un príncipe europeo. A comienzos de 1817, el Congreso se trasladó a Buenos Aires y postergó el tratamiento de la forma de gobierno, pero los planes monárquicos continuaron en el seno del mismo.
La posición Americanista proponía la unión entre los pueblos de la América Hispana; sus objetivos eran unir fuerzas para terminar con las guerras de independencia y organizar un sistema político estable que garantizase la unión.
La posición localista defendía a la unión de los hombres con una ciudad o región; y temían que una unión que abarcase tantos países y tanto terreno demorase la recuperación y organización regional. Los localistas temían perder poder o fuerza con esta integración. Rivadavia era uno de los principales representantes de esta posición.
También surgió el problema de la forma de gobierno; entre las distintas opciones había un sector que defendía la monarquía constitucional por considerarla un sistema estable que garantizaba el orden y los derechos de los hombres. Belgrano propuso una monarquía constitucional con un descendiente de los Incas.Los representantes de Bs. As. propusieron ofrecer la corona a un príncipe europeo. A comienzos de 1817, el Congreso se trasladó a Buenos Aires y postergó el tratamiento de la forma de gobierno, pero los planes monárquicos continuaron en el seno del mismo.
La magnitud de esta determinación de libertad
política, con ejercicio pleno de soberanía de acuerdo a los cánones de la
época, cobra vigencia cuando vemos, en nuestros días, los modos avasallantes
con que se intenta condicionar a los gobiernos de muchos países, por parte de
los representantes de los intereses políticos de países imperialistas, de
gigantescas corporaciones globales, e instituciones que siempre han actuado
como factor de presión de los gobiernos, muchas veces contra la voluntad
soberana del pueblo.
Los argentinos tenemos que darnos cuenta que
nuestro valor más preciado es la independencia, que nos permite ejercer la
soberanía sin condicionamientos. Abrir bien grandes los ojos para estar atentos
a todo aquello que intente mellar este derecho inalienable de los pueblos.
Nos debemos una profunda reflexión política
permanente, para no caer en los “cantos de sirenas”, ni convertirnos nuevamente
en clientes para los vendedores de “espejitos de colores”, que, muchas veces
envueltos en la bandera nacional, pretenden inducirnos a obrar en contra de
nuestros propios intereses.
Nunca más colonia, nunca más opresores. Viva la
democracia, viva la libertad, viva la Independencia.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario