viernes, 10 de julio de 2015

Palabras alusivas a cargo del Presidente del Concejo Deliberante, Sr. Raúl Velázquez.

1816-  9 de Julio  -  2015
Día de la Independencia
Nuestro país celebra su independencia. Hace 199 años, un grupo de valientes dirigentes de algunas provincias de las Provincias Unidas del Río de la Plata, determinaron que estos territorios eran libres de la monarquía española  y de toda potencia extranjera, de allí en más.
Fue en la ciudad de San Miguel de Tucumán, alejando el escenario político de la ciudad de Buenos Aires, con quien la totalidad de los congresales provinciales estaban en desacuerdo.
Hasta allí se dirigieron meses previos a la Declaración estos hombres con sus ideas y convicciones fuertes.
El Congreso comenzó en marzo con todas las provincias presentes, y se disolvería en Buenos Aires en 1820, tras la derrota del Directorio en Cepeda. Algunas provincias, como la nuestra, no participaron de la Declaración del 9 de julio, en disconformidad con algunas decisiones políticas.
 Las deliberaciones fueron arduas y acaloradas en Tucumán. Pero es destacable la comunión de ideas en cuanto a la independencia, y la determinación de una nueva forma de gobierno, bajo el imperio de una Constitución. El día 19 de julio el diputado Pedro Medrano propuso agregar al texto del acta, a continuación de la propuesta de emancipación, “de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli”, la expresión “y de toda otra dominación extranjera para eliminar los rumores de un acuerdo con el imperio portugués. La propuesta fue aprobada por unanimidad. 
La presión política era enorme. Dirigentes de la talla de San Martín y Belgrano estaban a la expectativa de lo debatido en Tucumán. De hecho, la jura de la Independencia, el 21 de julio, se realizó ante Manuel Belgrano, el gobernador, y otras autoridades.
Toda la situación política que reunió a estas personas fue posible gracias a los triunfos en campo de batalla de nuestros próceres, San Martín, Belgrano, Güemes, y tantos otros.
La Independencia significó la voluntad de la Nación de asumir su soberanía y conducir sus destinos y fue un paso fundamental para organizar el Estado Nacional.

Si bien siempre habían existido, al declararse la independencia y hacerse patente el hecho de que era necesario organizar el país, se plantearon dos posturas con respecto a la organización de la América Española: la Americanista y la Localista.

La posición Americanista proponía la unión entre los pueblos de la América Hispana; sus objetivos eran unir fuerzas para terminar con las guerras de independencia y organizar un sistema político estable que garantizase la unión.

La posición localista defendía a la unión de los hombres con una ciudad o región; y temían que una unión que abarcase tantos países y tanto terreno demorase la recuperación y organización regional. Los localistas temían perder poder o fuerza con esta integración. Rivadavia era uno de los principales representantes de esta posición.

También surgió el problema de la forma de gobierno; entre las distintas opciones había un sector que defendía la monarquía constitucional por considerarla un sistema estable que garantizaba el orden y los derechos de los hombres. Belgrano propuso una monarquía constitucional con un descendiente de los Incas.Los representantes de Bs. As. propusieron ofrecer la corona a un príncipe europeo. A comienzos de 1817, el Congreso se trasladó a Buenos Aires y postergó el tratamiento de la forma de gobierno, pero los planes monárquicos continuaron en el seno del mismo.

La magnitud de esta determinación de libertad política, con ejercicio pleno de soberanía de acuerdo a los cánones de la época, cobra vigencia cuando vemos, en nuestros días, los modos avasallantes con que se intenta condicionar a los gobiernos de muchos países, por parte de los representantes de los intereses políticos de países imperialistas, de gigantescas corporaciones globales, e instituciones que siempre han actuado como factor de presión de los gobiernos, muchas veces contra la voluntad soberana del pueblo.
Los argentinos tenemos que darnos cuenta que nuestro valor más preciado es la independencia, que nos permite ejercer la soberanía sin condicionamientos. Abrir bien grandes los ojos para estar atentos a todo aquello que intente mellar este derecho inalienable de los pueblos.
Nos debemos una profunda reflexión política permanente, para no caer en los “cantos de sirenas”, ni convertirnos nuevamente en clientes para los vendedores de “espejitos de colores”, que, muchas veces envueltos en la bandera nacional, pretenden inducirnos a obrar en contra de nuestros propios intereses.

Nunca más colonia, nunca más opresores. Viva la democracia, viva la libertad, viva la Independencia.-

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