En el año 1885 nacía la institución que es parte de la Historia de nuestra ciudad como es el Club Talense que cumple sus 130 años de vida que fuera fundado el dia 12 de Mayo.
Hoy en el dia realiza su actividad en lo social y en lo deportivo con su disciplina de tenis que fue afiliada a la Federacion Entrerriana el dia 20 de Julio 2008,otra disciplina es el padel,ambas actividades están a cargo del Profesor Sergio Larumbe que comenzo su actividad ininterrumpida desde el 11 de noviembre de 2002.
En la actualidad cuentan con dos canchas terminadas una de padel y una de tenis que data del año 1925,y por concretarse el sueño de la 2da de tenis para mediados de año del 2015 y el ajedrez.
El club Talense es presidida por su Presidente Sergio Kachizky,en la actualidad cuenta con mas de 200 socios.
Lo estará festejando el día 24 de Mayo con cena y baile con Julian Zabaleta cuya venta de tarjetas es de $ 150.
Antecedentes de la actual Sede .
Los primeros antecedentes conocidos de la propiedad del Club Talense, se remonta a 1840, año en que era dueño José María Martinez, de origen sanjuanino, y que con su esposa María Castañares, constituían el elenco social del pueblo. “En esa época el pueblo estaba formado por un caserío alrededor de la plaza casi totalmente de adobe, estanteo y techo de paja. No había tapiales, y sólo unas pocas azoteas”. (sic ).
Cuando mi abuelo Carlo, inmigrante Italiano, llega a Tala en el año 1884/85 a poner en funcionamiento un molino, no le causó muy buena impresión el pueblo. Ello quedó reflejado en una carta que le envía a su esposa, en la que le dice: “Teresa, si el mundo tiene cu_, Tala es el __lo del mundo”, frase que permaneció en el anecdotario familiar, y que hoy rescato para señalar las características de nuestro terruño de entonces.
Por fallecimiento del dueño la propiedad pasa a la Testamentaria Martínez, y finalmente Luis Astesiano compra, el 26 de marzo de 1889, por el importe de $m/n 1.500, la porción de terreno de 943,26 metros cuadrados, que estaba sobre la entonces calle Gral. Racedo, hoy Roque Saenz Peña. Casi inmediatamente lo vende a José G. Legna. Finalmente, Josué Guffanti compra esa propiedad al año siguiente, por la suma de $m/n 1.300.
Paralelamente, por iniciativa de Carlos Pellegrini, el 26 de Octubre de 1891 se crea el Banco de la Nación Argentina. Y el 2 de Mayo de 1892 queda librada al servicio público la filial Rosario del Tala del citado Banco, siendo la quinta sucursal abierta en al país, y su primer Gerente el Sr. Rodriguez. (Cuadro 5) Por entonces, el Directorio del Banco nombra Gerente de esta Sucursal al Sr. Juan Ramón Martinez, con un sueldo de $m/n 350, quién finalmente concreta la compra del predio a Josué Guffanti, el 8 de Febrero de 1897, por la suma de $m/n 10.500.
Allí funcionó el Banco, en lo que es el salón de fiestas del Club, y en el lado Oeste de la propiedad, en donde hoy está la biblioteca y anexos, era la casa de familia para los funcionarios de la Institución, hasta la construcción del edificio donde funciona el Banco en la actualidad.
La fracción de 1593 metros cuadrados, sobre la calle 9 de Julio, entonces Buenos Aires, y donde están las canchas de tenis y paddle, había permanecido desde 1840 en manos de la familia Martínez, hasta que el 7 de Noviembre de 1897 la Corporación Municipal lo vende en remate público, resultando comprador Miguel Rocha, quién lo vende a José Rabella. Éste lo negocia inmediatamente, el 24 de Setiembre de 1901, al Banco de la Nación, por la suma de $m/n 600.
Como ya fuera dicho, el Banco vende toda la propiedad al Club Talense, en el año 1923.
Finalmente, el 7 de Noviembre de 1952, el Club compra a Natividad Brown de Pereda, una fracción de terreno 347,60 metros cuadrados, allende al lado Este del patio, en la suma de $m/n 6.500, más los gastos. Dicha incorporación se hace para ampliar la pista de baile al aire libre, construir un nuevo salón para los socios y mejorar la cantina.
Mejoras efectuadas en el Club
Cuando se compra la propiedad, el edificio no estaba adaptado para el funcionamiento de un Club, por lo que deben realizarse modificaciones arquitectónicas, e inversiones en muebles, luminarias y enseres. Esa fue una tarea a la que se abocaron las sucesivas Comisiones Directivas, durante los siguientes años. Así se cerró el primer patio y se lo convirtió en un hall de recibo. Con posterioridad se cerró el segundo patio convirtiéndolo en un importante hall con vitreaux. También se refaccionó el frente, y se le dio la actual fisonomía: se construyó un patio de baldosas en el tercer patio, y se hicieron baños de varones y damas. Todo ello insumió una importante suma de dinero, que sumado a la deuda que se originó con la compra de la propiedad, constituyó una monto que se fue reduciendo, quedando un remanente que flotó durante algunos años, hasta que finalmente se la unifica en el año 1937 con un crédito de $m/n 9.000, otorgado por el Banco Hipotecario Nacional, el que termina pagándose en la segunda mitad de la década del cuarenta, diluyéndose en parte la deuda, por la inflación que ya entonces comenzaba a asolar a nuestro país.
Hasta el comienzo de la Segunda Gran Guerra, el mejoramiento edilicio fue importante y constante. Incluso, por entonces, se proyectó construir una planta alta que abarcaba casi todo el edificio del Club, y al que se accedía por una escalera señorial, ubicada en el primer hall. En ese primer piso estaría el salón de fiesta del Club, y baños para damas y caballeros. El actual salón se dejaría para ampliar la Biblioteca. Pero el comienzo de la Guerra Mundial congeló las inversiones, iniciándose un período más austero en cuanto a mejoras.
Para sólo mencionar algunas de las últimas mejoras, cabe señalar la construcción de la sala de socios del tercer patio, en los cincuenta. En los ochenta la reconstrucción de los baños de damas y caballeros y la conexión a la red cloacal, y ya en nuestros días (2012) la instalación de gas natural y calefacción en los diverso salones, así como trabajos de pintura, electricidad, y albañilería.
HISTORIA DEL CLUB PARTE IV La cantina. Para realizar eventos sociales y recreativos con éxito, era necesario tener un buen cantinero. En 1887 comienza el primer concesionario, José Fondet, que puso un servicio de café, confitería y billar. A partir de allí se suceden una serie de renovaciones en la cantina, pues evidentemente, no les resultaba rentable, dado que el Club les cobraba alquileres que fluctuaban entre $m/n 25 mensuales, para luego bajarlo paulatinamente a $m/n 10 mensuales. Así le suceden en la cantina José María Saborido, Emiliano Sosa, Florencio Ferrer y Cia., A. Patrignani, Medardo Gallina y Cia., García y Puig, Espinassy, Héctor Galizzi, hasta que en 1901 gana la licitación de la cantina José Barozzi, quién de acuerdo con la Comisión Directiva, fija la lista de precios a cobrar por las bebidas y el precio para jugar al billar (Cuadro 2). De la observación de esa información surge el hábito de consumo de los parroquianos de entonces, diferente a las costumbres de la actualidad, ya que hay bebidas que al día de hoy no se consumen. Luego se suceden en la cantina Leonardo Guridi, Casimiro Martinez, Emiliano Miranda y Pineda, Santiago Camosi, siendo Rodolfo Barceló quién inaugura como cantinero la nueva Sede que se alquilaba a la Sociedad Italiana. Continúa Jaime Rabadá, y en 1921 luego de un llamado a licitación para la explotación de la cantina publicada en los tres periódicos locales: Nuevos Horizontes, Unión y El Orden, resulta interesado Carmelo Tronconi, quién inmediatamente lo entrega a Juan Maradey. Hasta que ya en 1929 figuraba como cantinero Don Inocencio Valdez, que permanece varios años al frente de la cantina hasta su muerte, siendo sucedido por quién fuera su mozo durante mucho tiempo, Alberto Ravera, abarcando todo esos años un periodo de esplendor e intensa vida social. Lo sucede como cantinero Oscar Alberto Robirosa (Pato), que había permanecido durante todos esos años de dependiente de Valdez y Ravera, hasta que finalmente se retira en 1983/84. Continúa como cantinero Jorge Vidal y hay algún otro intento de activar la cantina, hasta que en la actualidad, y como consecuencia de la reactivación del tenis, se está tratando de hacer una cantina en dicha cancha.
Hoy en el dia realiza su actividad en lo social y en lo deportivo con su disciplina de tenis que fue afiliada a la Federacion Entrerriana el dia 20 de Julio 2008,otra disciplina es el padel,ambas actividades están a cargo del Profesor Sergio Larumbe que comenzo su actividad ininterrumpida desde el 11 de noviembre de 2002.
En la actualidad cuentan con dos canchas terminadas una de padel y una de tenis que data del año 1925,y por concretarse el sueño de la 2da de tenis para mediados de año del 2015 y el ajedrez.
El club Talense es presidida por su Presidente Sergio Kachizky,en la actualidad cuenta con mas de 200 socios.
Lo estará festejando el día 24 de Mayo con cena y baile con Julian Zabaleta cuya venta de tarjetas es de $ 150.
HISTORIA DEL CLUB
Recursos y movimiento financiero.
Mencionamos que en sus comienzos, el Club estableció una cuota de ingreso de $m/n 4, y una mensual de $m/n de 1, que se aumentó a $m/n 2 en vísperas del traslado de la Sede al edificio de la Sociedad de Concordia Italiana. El 25 de junio de 1919, se aumenta bruscamente la cuota de ingreso a $m/n 15, y la cuota social mensual a $m/n 4, quedando $m/n 1 en resguardo en una cuenta del Banco de la Nación, para ser aplicado a la futura compra de un terreno o un edificio para el Centro. Esa resultó ser una medida poco feliz, pues de más de 70 socios al comienzo del ejercicio, muchos renuncian tal es así, que en Diciembre de 1920 el Club contaba con sólo 44 socios. Es por eso que al año siguiente se rebaja la cuota de ingreso a $m/n 10, y la cuota mensual a $m/n 3. La medida da su resultado pues a fin de ese año se contaba con 67 socios, y a fines del año 1923 el Club aumenta el número de socios a 92.
Uno de los entretenimientos de los parroquianos era jugar a las cartas, y de allí resulta otra fuente de ingreso, que era el “derecho de naipes”, que en el año 1923 era de $m/n 4 por jugar con naipes criollos, y $m/n 6 por hacerlo con cartas de pocker. Al año siguiente se aumenta ese “impuesto al naipe” a $m/n 10, para todo tipo de cartas. Ese resultó ser una fuente de ingresos importantes para el Club, tal es así que en la memoria del año 1927, el ingreso por cuotas sociales cobradas era de $m/n 3399, siendo mayor la del “derecho de naipes y mesas”, que alcanzó a $m/n 3901. En años posteriores, el Club recaudaba un porcentaje de las fichas que se jugaban en la mesa. Ese continuó siendo un recurso dinerario importante para el Club, hasta que a fines de la década del sesenta, y comienzos del setenta, no fue más permitido en forma regular.
Otra fuente de ingresos, fueron las apuestas a carreras de caballo que se realizaban en Hipódromos de Buenos Aires y Rosario. Así, en el año 1929 se autoriza a la agencia Badaraco, Morelli y López, para que los clientes puedan apostar boletos de carreras, cobrando el Club $m/n 50 por reunión. Dicha actividad se desarrollaba en un quincho que existía en lo que hoy es la cancha de paddle. Esa tarea la continuó realizando el mozo del Club, Sr. Ravera, actividad que concluyó años antes que el juego de cartas, allá por la década del sesenta.
Otros recursos provenían de loterías, rifas, como las realizadas durante mediados de la década del 1980, siguiente, donde como primer premio se sorteaba un auto o su equivalente en U$S 10.000, el que se realizaba ante Escribano y como culminación de una cena con show. Con los recursos provenientes de esas rifas se construyeron las 2 canchas de paddle.
En ocasiones socios y amigos del Club colaboraban con una vaquilla para hacerla con cuero, el que se vendía o integraba el menú de alguna fiesta. Recuerdo los exquisitos asados realizados por Pichango, adicto a Baco, Dios griego del vino, cuyo apellido Richardson y sus ojos claros y chispeantes, denunciaban algún ancestro inglés.
Cuando llegaba el tiempo de pagar alguna acreencia, y no existían fondos suficientes en la Tesorería, algún miembro de la Directiva adelantaba el dinero, que seguramente nunca recuperaría e iría a ingresar al fondo de las donaciones al Club.
Recursos y movimiento financiero.
Mencionamos que en sus comienzos, el Club estableció una cuota de ingreso de $m/n 4, y una mensual de $m/n de 1, que se aumentó a $m/n 2 en vísperas del traslado de la Sede al edificio de la Sociedad de Concordia Italiana. El 25 de junio de 1919, se aumenta bruscamente la cuota de ingreso a $m/n 15, y la cuota social mensual a $m/n 4, quedando $m/n 1 en resguardo en una cuenta del Banco de la Nación, para ser aplicado a la futura compra de un terreno o un edificio para el Centro. Esa resultó ser una medida poco feliz, pues de más de 70 socios al comienzo del ejercicio, muchos renuncian tal es así, que en Diciembre de 1920 el Club contaba con sólo 44 socios. Es por eso que al año siguiente se rebaja la cuota de ingreso a $m/n 10, y la cuota mensual a $m/n 3. La medida da su resultado pues a fin de ese año se contaba con 67 socios, y a fines del año 1923 el Club aumenta el número de socios a 92.
Uno de los entretenimientos de los parroquianos era jugar a las cartas, y de allí resulta otra fuente de ingreso, que era el “derecho de naipes”, que en el año 1923 era de $m/n 4 por jugar con naipes criollos, y $m/n 6 por hacerlo con cartas de pocker. Al año siguiente se aumenta ese “impuesto al naipe” a $m/n 10, para todo tipo de cartas. Ese resultó ser una fuente de ingresos importantes para el Club, tal es así que en la memoria del año 1927, el ingreso por cuotas sociales cobradas era de $m/n 3399, siendo mayor la del “derecho de naipes y mesas”, que alcanzó a $m/n 3901. En años posteriores, el Club recaudaba un porcentaje de las fichas que se jugaban en la mesa. Ese continuó siendo un recurso dinerario importante para el Club, hasta que a fines de la década del sesenta, y comienzos del setenta, no fue más permitido en forma regular.
Otra fuente de ingresos, fueron las apuestas a carreras de caballo que se realizaban en Hipódromos de Buenos Aires y Rosario. Así, en el año 1929 se autoriza a la agencia Badaraco, Morelli y López, para que los clientes puedan apostar boletos de carreras, cobrando el Club $m/n 50 por reunión. Dicha actividad se desarrollaba en un quincho que existía en lo que hoy es la cancha de paddle. Esa tarea la continuó realizando el mozo del Club, Sr. Ravera, actividad que concluyó años antes que el juego de cartas, allá por la década del sesenta.
Otros recursos provenían de loterías, rifas, como las realizadas durante mediados de la década del 1980, siguiente, donde como primer premio se sorteaba un auto o su equivalente en U$S 10.000, el que se realizaba ante Escribano y como culminación de una cena con show. Con los recursos provenientes de esas rifas se construyeron las 2 canchas de paddle.
En ocasiones socios y amigos del Club colaboraban con una vaquilla para hacerla con cuero, el que se vendía o integraba el menú de alguna fiesta. Recuerdo los exquisitos asados realizados por Pichango, adicto a Baco, Dios griego del vino, cuyo apellido Richardson y sus ojos claros y chispeantes, denunciaban algún ancestro inglés.
Cuando llegaba el tiempo de pagar alguna acreencia, y no existían fondos suficientes en la Tesorería, algún miembro de la Directiva adelantaba el dinero, que seguramente nunca recuperaría e iría a ingresar al fondo de las donaciones al Club.
Antecedentes de la actual Sede .
Los primeros antecedentes conocidos de la propiedad del Club Talense, se remonta a 1840, año en que era dueño José María Martinez, de origen sanjuanino, y que con su esposa María Castañares, constituían el elenco social del pueblo. “En esa época el pueblo estaba formado por un caserío alrededor de la plaza casi totalmente de adobe, estanteo y techo de paja. No había tapiales, y sólo unas pocas azoteas”. (sic ).
Cuando mi abuelo Carlo, inmigrante Italiano, llega a Tala en el año 1884/85 a poner en funcionamiento un molino, no le causó muy buena impresión el pueblo. Ello quedó reflejado en una carta que le envía a su esposa, en la que le dice: “Teresa, si el mundo tiene cu_, Tala es el __lo del mundo”, frase que permaneció en el anecdotario familiar, y que hoy rescato para señalar las características de nuestro terruño de entonces.
Por fallecimiento del dueño la propiedad pasa a la Testamentaria Martínez, y finalmente Luis Astesiano compra, el 26 de marzo de 1889, por el importe de $m/n 1.500, la porción de terreno de 943,26 metros cuadrados, que estaba sobre la entonces calle Gral. Racedo, hoy Roque Saenz Peña. Casi inmediatamente lo vende a José G. Legna. Finalmente, Josué Guffanti compra esa propiedad al año siguiente, por la suma de $m/n 1.300.
Paralelamente, por iniciativa de Carlos Pellegrini, el 26 de Octubre de 1891 se crea el Banco de la Nación Argentina. Y el 2 de Mayo de 1892 queda librada al servicio público la filial Rosario del Tala del citado Banco, siendo la quinta sucursal abierta en al país, y su primer Gerente el Sr. Rodriguez. (Cuadro 5) Por entonces, el Directorio del Banco nombra Gerente de esta Sucursal al Sr. Juan Ramón Martinez, con un sueldo de $m/n 350, quién finalmente concreta la compra del predio a Josué Guffanti, el 8 de Febrero de 1897, por la suma de $m/n 10.500.
Allí funcionó el Banco, en lo que es el salón de fiestas del Club, y en el lado Oeste de la propiedad, en donde hoy está la biblioteca y anexos, era la casa de familia para los funcionarios de la Institución, hasta la construcción del edificio donde funciona el Banco en la actualidad.
La fracción de 1593 metros cuadrados, sobre la calle 9 de Julio, entonces Buenos Aires, y donde están las canchas de tenis y paddle, había permanecido desde 1840 en manos de la familia Martínez, hasta que el 7 de Noviembre de 1897 la Corporación Municipal lo vende en remate público, resultando comprador Miguel Rocha, quién lo vende a José Rabella. Éste lo negocia inmediatamente, el 24 de Setiembre de 1901, al Banco de la Nación, por la suma de $m/n 600.
Como ya fuera dicho, el Banco vende toda la propiedad al Club Talense, en el año 1923.
Finalmente, el 7 de Noviembre de 1952, el Club compra a Natividad Brown de Pereda, una fracción de terreno 347,60 metros cuadrados, allende al lado Este del patio, en la suma de $m/n 6.500, más los gastos. Dicha incorporación se hace para ampliar la pista de baile al aire libre, construir un nuevo salón para los socios y mejorar la cantina.
Mejoras efectuadas en el Club
Cuando se compra la propiedad, el edificio no estaba adaptado para el funcionamiento de un Club, por lo que deben realizarse modificaciones arquitectónicas, e inversiones en muebles, luminarias y enseres. Esa fue una tarea a la que se abocaron las sucesivas Comisiones Directivas, durante los siguientes años. Así se cerró el primer patio y se lo convirtió en un hall de recibo. Con posterioridad se cerró el segundo patio convirtiéndolo en un importante hall con vitreaux. También se refaccionó el frente, y se le dio la actual fisonomía: se construyó un patio de baldosas en el tercer patio, y se hicieron baños de varones y damas. Todo ello insumió una importante suma de dinero, que sumado a la deuda que se originó con la compra de la propiedad, constituyó una monto que se fue reduciendo, quedando un remanente que flotó durante algunos años, hasta que finalmente se la unifica en el año 1937 con un crédito de $m/n 9.000, otorgado por el Banco Hipotecario Nacional, el que termina pagándose en la segunda mitad de la década del cuarenta, diluyéndose en parte la deuda, por la inflación que ya entonces comenzaba a asolar a nuestro país.
Hasta el comienzo de la Segunda Gran Guerra, el mejoramiento edilicio fue importante y constante. Incluso, por entonces, se proyectó construir una planta alta que abarcaba casi todo el edificio del Club, y al que se accedía por una escalera señorial, ubicada en el primer hall. En ese primer piso estaría el salón de fiesta del Club, y baños para damas y caballeros. El actual salón se dejaría para ampliar la Biblioteca. Pero el comienzo de la Guerra Mundial congeló las inversiones, iniciándose un período más austero en cuanto a mejoras.
Para sólo mencionar algunas de las últimas mejoras, cabe señalar la construcción de la sala de socios del tercer patio, en los cincuenta. En los ochenta la reconstrucción de los baños de damas y caballeros y la conexión a la red cloacal, y ya en nuestros días (2012) la instalación de gas natural y calefacción en los diverso salones, así como trabajos de pintura, electricidad, y albañilería.
HISTORIA DEL CLUB PARTE IV La cantina. Para realizar eventos sociales y recreativos con éxito, era necesario tener un buen cantinero. En 1887 comienza el primer concesionario, José Fondet, que puso un servicio de café, confitería y billar. A partir de allí se suceden una serie de renovaciones en la cantina, pues evidentemente, no les resultaba rentable, dado que el Club les cobraba alquileres que fluctuaban entre $m/n 25 mensuales, para luego bajarlo paulatinamente a $m/n 10 mensuales. Así le suceden en la cantina José María Saborido, Emiliano Sosa, Florencio Ferrer y Cia., A. Patrignani, Medardo Gallina y Cia., García y Puig, Espinassy, Héctor Galizzi, hasta que en 1901 gana la licitación de la cantina José Barozzi, quién de acuerdo con la Comisión Directiva, fija la lista de precios a cobrar por las bebidas y el precio para jugar al billar (Cuadro 2). De la observación de esa información surge el hábito de consumo de los parroquianos de entonces, diferente a las costumbres de la actualidad, ya que hay bebidas que al día de hoy no se consumen. Luego se suceden en la cantina Leonardo Guridi, Casimiro Martinez, Emiliano Miranda y Pineda, Santiago Camosi, siendo Rodolfo Barceló quién inaugura como cantinero la nueva Sede que se alquilaba a la Sociedad Italiana. Continúa Jaime Rabadá, y en 1921 luego de un llamado a licitación para la explotación de la cantina publicada en los tres periódicos locales: Nuevos Horizontes, Unión y El Orden, resulta interesado Carmelo Tronconi, quién inmediatamente lo entrega a Juan Maradey. Hasta que ya en 1929 figuraba como cantinero Don Inocencio Valdez, que permanece varios años al frente de la cantina hasta su muerte, siendo sucedido por quién fuera su mozo durante mucho tiempo, Alberto Ravera, abarcando todo esos años un periodo de esplendor e intensa vida social. Lo sucede como cantinero Oscar Alberto Robirosa (Pato), que había permanecido durante todos esos años de dependiente de Valdez y Ravera, hasta que finalmente se retira en 1983/84. Continúa como cantinero Jorge Vidal y hay algún otro intento de activar la cantina, hasta que en la actualidad, y como consecuencia de la reactivación del tenis, se está tratando de hacer una cantina en dicha cancha.
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