martes, 15 de diciembre de 2015

Bajo el imperio de las drogas sociales

El fenómeno de la adicción no se reduce al consumo de sustancias químicas prohibidas, sino que involucra una conducta compulsiva hacia distintas cosas, como tecnología, sexo, juego e incluso trabajo.
Se les llama “drogas sociales”  a aquellas que están “aceptadas” por la sociedad o son “legales”. El cigarrillo (tabaco) y las bebidas (alcohol), son el ejemplo más elocuente.
El abuso del alcohol produce alcoholismo, una enfermedad crónica. En este último caso se habla de dependencia, de suerte que el alcohol produce en quien lo consume un impulso irreprimible a tomarlo de forma continuada o periódica.
El alcoholismo es un problema muy grave en muchos países, que supone un costo personal, social y sanitario muy elevado. El tabaco, por su lado, es otra de las drogas de venta legal más consumidas por la población.
La nicotina, el principio adictivo del tabaco, es estimulante del sistema nervioso central y responsable de los efectos psicoactivos de dependencia física.
Según el estudio “Radiografía del Tabaquismo en Argentina (2013)” publicado por el Ministerio de Salud de la Nación, el tabaquismo afecta aproximadamente al 23% de la población del país.
Y según datos obtenidos por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), produce más de 40 mil muertes por año. En su mayor parte, como consecuencia de enfermedades cardiovasculares y pulmonares.
Pero la literatura sobre adicciones suele emplear la expresión “drogas sociales” en un sentido más amplio, abarcando fenómenos que no involucran sustancias, pero que tienen una dinámica adictiva similar a las toxicomanías.
Aquí el adicto es una persona que sufre una atracción compulsiva a distintas realidades, a saber: la tecnología, la pornografía, los sedantes, el zapping, la comida, el trabajo, la moda, los juegos de azar, entre otros.
La adicción hace referencia a un procedimiento legal de la Roma antigua según el cual el deudor insolvente, “addictus”, perdía la propiedad de su persona, pasando a ser propiedad de su acreedor hasta que saldase su deuda.
Este proceso judicial transformaba el estatuto de hombre libre por el de esclavo. Eso significa que el adicto es alguien que ha perdido autonomía, dominio de sí, no tiene libertad, ya que se ha convertido en esclavo de un amo que lo controla.
La droga (no importa su naturaleza) sería ese amo que tiene sometida a mucha gente, privada de voluntad propia, incapaz de romper su sojuzgamiento o dependencia psíquica y física.
Una de las adicciones emergentes se vincula con el abuso en el uso de las nuevas tecnologías. La obsesión por adquirir la última novedad tecnológica, el sustituir los contactos personales por la comunicación virtual o la necesidad de estar conectado a Internet de forma permanente, han creado gran alarma social.
Por otro lado, tan antiguo como el juego es el juego patológico, entendido este último como la pérdida de control sobre los juegos de azar en los que se realizan apuestas, como máquinas tragamonedas, bingos, casinos, cupones, apuestas deportivas, y demás.
¿Por qué en la sociedad actual existen tantos adictos? El tema es abordado por los antropólogos culturales, para quienes las adicciones se inscriben dentro de la cultura moderna, entendiéndolas como un estilo de vida.
Bajo esta óptica, la adicción deviene un modo de vida organizado, obsesiva y compulsivamente, alrededor de la consumición y dicho consumismo caracteriza el estilo de vida de la modernidad.
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