Una celebración tradicional que lleva 18 ediciones
Cerca de 50 mil personas coparon Paraná y celebraron vestidos de superhéroes, diablitas, piratas y bomberos. Hubo bandas en vivo, comparsas y fuegos artificiales.
Lucas, Emiliano, Ariel y Denis estaban vestidos de monjes pero la elección fue algo casual: podrían estar caracterizados de cualquier otra cosa. La idea del disfraz surgió a último momento, antes de salir de Santa Fe rumbo a Paraná. Lo que los atrajo era estar ahí, “en la fiesta de disfraces más grande de Latinoamérica”. Ellos mismos hicieron los trajes y se sumaron a la multitud que bailó, cantó y se divirtió anoche en el multitudinario festejo que copó la ciudad entrerriana.
egún los organizadores la fiesta contó con la asistencia de 50 mil personas, que ocuparon un predio de nueve hectáreas sobre el Acceso Norte, a 10 minutos del centro de la capital entrerriana. El festejo contó con un megaoperativo de seguridad, con casi mil policías.
Y entre tanta fuerza de seguridad, estaban ellas, Ginette y Solange Giménez, que llegaron desde Berazategui y se disfrazaron de agentes de la Federal. “Es nuestra primera vez en la fiesta y vinimos por el boca a boca, porque nos dijeron que esta muy bueno. Es una experiencia que no te podés perder”, dijo Gibette.
Si bien la fiesta se iba a extender por más de 11 horas –las puertas se abrieron anoche a las 20 y estaba previsto que terminara hoy a las 7.30–, toda su alegría comenzó mucho antes. Durante todo el domingo se vio por calles y avenidas a cientos de personas disfrazadas, que con su alegría y colorido transformaron a Paraná.
En el acceso al predio, se instalaron más de 50 puestos de comidas, donde se pagaba $ 50 el choripán, $ 40 los panchos, $ 60 una hamburguesa, $ 30 el agua mineral y $ 80 el fernet. Los puestos –que pagaban $ 600 de canon a la municipalidad, casi lo mismo que costaba una entrada– estaban a tono. Entre globos, guirnaldas y cotillón, Marta Rauch atendía vestida de Spiderman, con su hermana, cuñada e hija. Llegó a las 8 de la mañana y se instaló con un grupo electrógeno para pasar toda la noche allí, al costado de la ruta. Los precios eran más bajos que dentro de la fiesta: en las carpas se pagaba $ 50 el agua y las gaseosas, y los tragos, $ 100.
Fue un desfile incesante de piratas, diablitas, bomberos, enfermeras, curas, médicos, presos, monjas, superhéroes y personajes salidos de la televisión o el cine. Muchos de ellos llegaron sólo con el interés de divertirse entre amigos. Otros apostaron a la originalidad para diferenciarse de los demás, a pesar de que este año no hubo premio almejor disfraz. Como el grupo de Humberto “Tito” Rómulo, un paranaense que comanda ba a los “morgueros con onda”. “Somos 10, cinco nos vestimos así, con mamelucos, pelucas y gafas, como si fueramos empleados simpáticos de una morgue. Y si vemos algún muertito, nos lo llevamos”, bromeaba “Tito”, que estuvo tres años trabajando en la fiesta y esta vez decidió ir para disfrutar.
Hubo personas de distintos puntos del país, pero la mayoría de los “visitantes” llegó de Santa Fe. Algunos ya era habitués, como Marcelo, Wilson y Federico, que se sumaron por tercera, cuarta y séptima vez consecutiva. Fueron vestidos de tiroleses. “Es la mejor fiesta de Argentina. Elegimos este disfraz porque es fachero y cómodo. Hace tres años que lo repetimos, ya es casi una cábala”, cuentan.
Mirá también: Paraná espera 50.000 personas en la fiesta de disfraces más grande de Latinoamérica
En los días previos, Paraná también se llenó de color: muchos negocios colocaron adornos y no faltaron los empleados con pelucas, sombreros y narices de payaso atendiendo al público.
Además del escenario principal, se montaron tres carpas y un sector VIP. Un drone sobrevolaba la fiesta, registrando cada detalle en HD. Y por primera vez en 18 años se permitió acampar a 300 metros del predio. Para hacerlo, la gente pagó 3 mil pesos por persona, lo que incluyó un lugar acondicionado con pileta, proveeduría, vestuarios, música en vivo y todos los almuerzos y cenas desde la mañana del sábado.
Mirá también: 5 fiestas populares de octubre a puro color
Por los distintos escenarios pasaron bandas y solistas. La lista incluyó a Agapornis, Toco para vos, la Don Johnson, Tommy Muñoz, y pasistas llegados desde las comparsas de Gualeguaychú. También hubo un sector exclusivo de música electrónica y se preparó un show de fuegos articiales. Todo fue alegría y diversión, pese a que esta vez la fiesta no se hizo en agosto, como era habitual. Los organizadores temían que el cambio de fecha impactara en la convocatoria. Anoche, poco antes de la madrugada, las pistas estaban colmadas y dejaban en claro que la primavera es una buena estación para festejar.
Cerca de 50 mil personas coparon Paraná y celebraron vestidos de superhéroes, diablitas, piratas y bomberos. Hubo bandas en vivo, comparsas y fuegos artificiales.
Lucas, Emiliano, Ariel y Denis estaban vestidos de monjes pero la elección fue algo casual: podrían estar caracterizados de cualquier otra cosa. La idea del disfraz surgió a último momento, antes de salir de Santa Fe rumbo a Paraná. Lo que los atrajo era estar ahí, “en la fiesta de disfraces más grande de Latinoamérica”. Ellos mismos hicieron los trajes y se sumaron a la multitud que bailó, cantó y se divirtió anoche en el multitudinario festejo que copó la ciudad entrerriana.
egún los organizadores la fiesta contó con la asistencia de 50 mil personas, que ocuparon un predio de nueve hectáreas sobre el Acceso Norte, a 10 minutos del centro de la capital entrerriana. El festejo contó con un megaoperativo de seguridad, con casi mil policías.
Y entre tanta fuerza de seguridad, estaban ellas, Ginette y Solange Giménez, que llegaron desde Berazategui y se disfrazaron de agentes de la Federal. “Es nuestra primera vez en la fiesta y vinimos por el boca a boca, porque nos dijeron que esta muy bueno. Es una experiencia que no te podés perder”, dijo Gibette.
Si bien la fiesta se iba a extender por más de 11 horas –las puertas se abrieron anoche a las 20 y estaba previsto que terminara hoy a las 7.30–, toda su alegría comenzó mucho antes. Durante todo el domingo se vio por calles y avenidas a cientos de personas disfrazadas, que con su alegría y colorido transformaron a Paraná.
En el acceso al predio, se instalaron más de 50 puestos de comidas, donde se pagaba $ 50 el choripán, $ 40 los panchos, $ 60 una hamburguesa, $ 30 el agua mineral y $ 80 el fernet. Los puestos –que pagaban $ 600 de canon a la municipalidad, casi lo mismo que costaba una entrada– estaban a tono. Entre globos, guirnaldas y cotillón, Marta Rauch atendía vestida de Spiderman, con su hermana, cuñada e hija. Llegó a las 8 de la mañana y se instaló con un grupo electrógeno para pasar toda la noche allí, al costado de la ruta. Los precios eran más bajos que dentro de la fiesta: en las carpas se pagaba $ 50 el agua y las gaseosas, y los tragos, $ 100.
Fue un desfile incesante de piratas, diablitas, bomberos, enfermeras, curas, médicos, presos, monjas, superhéroes y personajes salidos de la televisión o el cine. Muchos de ellos llegaron sólo con el interés de divertirse entre amigos. Otros apostaron a la originalidad para diferenciarse de los demás, a pesar de que este año no hubo premio almejor disfraz. Como el grupo de Humberto “Tito” Rómulo, un paranaense que comanda ba a los “morgueros con onda”. “Somos 10, cinco nos vestimos así, con mamelucos, pelucas y gafas, como si fueramos empleados simpáticos de una morgue. Y si vemos algún muertito, nos lo llevamos”, bromeaba “Tito”, que estuvo tres años trabajando en la fiesta y esta vez decidió ir para disfrutar.
Hubo personas de distintos puntos del país, pero la mayoría de los “visitantes” llegó de Santa Fe. Algunos ya era habitués, como Marcelo, Wilson y Federico, que se sumaron por tercera, cuarta y séptima vez consecutiva. Fueron vestidos de tiroleses. “Es la mejor fiesta de Argentina. Elegimos este disfraz porque es fachero y cómodo. Hace tres años que lo repetimos, ya es casi una cábala”, cuentan.
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En los días previos, Paraná también se llenó de color: muchos negocios colocaron adornos y no faltaron los empleados con pelucas, sombreros y narices de payaso atendiendo al público.
Además del escenario principal, se montaron tres carpas y un sector VIP. Un drone sobrevolaba la fiesta, registrando cada detalle en HD. Y por primera vez en 18 años se permitió acampar a 300 metros del predio. Para hacerlo, la gente pagó 3 mil pesos por persona, lo que incluyó un lugar acondicionado con pileta, proveeduría, vestuarios, música en vivo y todos los almuerzos y cenas desde la mañana del sábado.
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Por los distintos escenarios pasaron bandas y solistas. La lista incluyó a Agapornis, Toco para vos, la Don Johnson, Tommy Muñoz, y pasistas llegados desde las comparsas de Gualeguaychú. También hubo un sector exclusivo de música electrónica y se preparó un show de fuegos articiales. Todo fue alegría y diversión, pese a que esta vez la fiesta no se hizo en agosto, como era habitual. Los organizadores temían que el cambio de fecha impactara en la convocatoria. Anoche, poco antes de la madrugada, las pistas estaban colmadas y dejaban en claro que la primavera es una buena estación para festejar.
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