Dos religiosas denunciaron el viernes a la tarde al cura párroco de Lucas González, Juan Diego Escobar Gaviria, por el supuesto abuso de un menor.
Las monjas -una de Lucas González y otra que llegó especialmente desde Córdoba- hicieron una exposición ante el defensor oficial de la justicia de Nogoyá, Oscar Eduardo Rossi y en próximos días se denunciaría otro caso. Son dos menores de 11 y 12 años, que eran encerrados por el cura de origen colombiano para cometer sus abusos. La justicia dispuso urgentes medidas para avanzar en la investigación. Al parecer, el párroco sanador Escobar Gaviria se habría retirado de Nogoyá en la madrugada del sábado, por orden específica del arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari -quien había iniciado una investigación diocesana de los hechos- por lo cual otros sacerdotes oficiaron misa durante el fin de semana. El conocido cura fue el único sacerdote que salió a defenderlo públicamente a Marcelino Moya, cuando se lo denunció por abusos en su paso por la parroquia de Villaguay y quien alojó a la madre superiora del convento de Nogoyá, Luisa Toledo, tras la medida judicial de ser retirada del cargo de conducción que tenía en el convento de carmelitas descalzas.
El conocido cura sanador de Lucas González, Juan Diego Escobar Gaviria, fue denunciado el viernes ante la justicia de Nogoyá y por ello no ofició misa en los últimos días. El detalle saliente de esta historia es que dos religiosas pertenecientes a las monjas Terciarias Misioneras Franciscanas, que dirigen el Colegio Castro Barros de Lucas González, fueron las que acudieron al edificio tribunalicio de Nogoyá, para hacer una exposición en contra del párroco de dicha ciudad. Una de ellas es una monja del lugar, pero la otra llegó especialmente desde Córdoba para respaldar el testimonio de la religiosa entrerriana, quien en semanas recientes quedó preocupada por la serie de hechos que le relataron los padres de un niño de 11 años. No obstante, se le indicó que hay una segunda víctima, de 12 años, sobre la que también se contarán detalles en próximos días. Pero los dos sufrían la misma situación: el cura Escobar Gaviria los encerraba en una habitación de la parroquia y abusaba de ellos sistemáticamente, desde hace ya un buen tiempo. Los dos pequeños ofician de monaguillos en la parroquia de Lucas González. La particularidad, en esta situación, es que los hechos estaban bajo conocimiento del arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari, quien avaló la presentación ante la justicia y, a la vez, dispuso una investigación diocesana interna. Además, separó del lugar al cura Escobar Gaviria, quien habría sido enviado a un lugar no determinado de Paraná.
El defensor oficial de Nogoyá, Oscar Eduardo Rossi, acudió de inmediato al fiscal auxiliar Rodrigo Molina (ya que Federico Uriburu se encontraba de licencia) y éste dispuso algunas medidas urgentes. Por lo pronto, para esta semana están citados los padres del menor y también habrá una cámara Gesell a uno de los niños, a fin de avanzar en la investigación que involucra al cura.
Juan Diego Escobar Gaviria, de la Parroquia San Lucas Evangelista de Lucas González, es conocido en el país e incluso en el exterior, por sus virtudes como sanador, lo que llegó a ser consignado en cadenas de televisión internacional y pertenece a la orden del padre Ignacio Peries, con sede en Rosario, pero con fuerte inserción también en Paraná. Escobar Gaviria es oriundo de Medellín (Colombia) y hace once años que se encuentra en Lucas González, después de transitar por la pequeña localidad de Timbúes (provincia de Santa Fe) y concretar un paso fugaz por Paraná. También es recordado por ser el único sacerdote que hizo una enérgica defensa del sacerdote Marcelino Moya, denunciado ante la justicia de Villaguay por abusos de menores, entre 1993 y 1997, cuando consideró que la Iglesia estaba “sufriendo una gran persecución. Quieren ensuciar a la Iglesia de cualquier forma”, afirmó. Esa vez se preguntó “por qué ahora, después de tantos años, sale a la luz todo esto”, sin tener en cuenta los innumerables casos similares de abusos en la Iglesia, en el mundo, que se están conociendo en los últimos años y en especial después de la asunción del Papa Francisco, quien se viene pronunciando de modo contundente sobre el tema. “Mi punto de vista está ubicado en el sentido de ver por qué ahora, después de tantos años, sale a la luz todo esto. Sabemos que la Iglesia entera, no solamente en Argentina, sino en todo el mundo, está sufriendo una gran persecución, como para quitarle credibilidad. Ya no atacan a la Fe como tal, ya no discuten la cuestión de Jesús, sino que van directamente por los miembros de la institución, que somos seres humanos”, afirmó, en diálogo con el periódico El Observador de Crespo.
“De mi parte, me pongo en oración sobre todo por el padre Marcelino (Moya) y por las personas que hacen estos movimientos para desprestigiarnos. Lo conozco personalmente, es alguien que se entregó a su vocación, siempre comprometido en sus misas, en llevar la palabra de Dios de una forma que no todo el mundo lo puede hacer, debido a su carisma. Otras religiones sufren las mismas tentaciones que nosotros, pero llamativamente no son atacadas de esa forma, creo que quieren ensuciar a la Iglesia de cualquier forma, nos duele esta situación y nos ponemos en oración”, agregó luego el cura de Lucas González.
A su vez, fue el mismo sacerdote que habilitó la llegada de la monja carmelita Luisa Toledo, que hasta el 15 de septiembre pasado ejerció como priora del Monasterio de la Preciosísima Sangre y Nuestra Señora del Carmen, de Nogoyá. El cura colombiano no ahorró elogios para con la religiosa, cuando se supo de su desembarco. “Los luquenses deberían sentirse orgullosos de tener a esta hermana entre nosotros”, dijo en la primera homilía.
La carmelita superiora fue trasladada a ese lugar tras la medida de la justicia, de ser relevada de la conducción del monasterio. La religiosa se encuentra con las monjas Terciarias Misioneras Franciscanas, que dirigen el Colegio Castro Barros. La madre superiora María Isabel fue una de las fundadoras del monasterio de las carmelitas descalzas de Nogoyá, a principios de la década del ’90 y provenía de Concordia. Es la única imputada por la serie de denuncias que hicieron en los Tribunales dos exreligiosas del convento, en la que la acusan de torturas, privación de la libertad y un ejercicio déspota de la autoridad. La causa se abrió tras la publicación de la revista ANALISIS, a fines de agosto, donde se revelaron graves irregularidades en el lugar religioso. El traslado de la religiosa Toledo lo decidió el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, que impuso a la carmelita la obligación de buscar otro lugar adonde residir para no influir en el resto de las monjas que deben testimoniar en la causa abierta en los Tribunales. El pedido de traslado se lo había formulado el fiscal Uriburu.
Un cura polémico
El cura Escobar Gaviria se había transformado en un personaje muy peculiar en Lucas González, desde su llegada al pueblo, en el 2005. A poco de asumido como párroco, sorprendió por la forma en que buscó dividir a los feligreses en cada una de sus intervenciones en la iglesia, como así también por sus agudas críticas a los sacerdotes de Rosario de Tala y Nogoyá. En las homilías fue muy duro en contra del divorcio y las madres solteras, a las que directamente les prohibía el acceso a la parroquia. Más de una vez intentó boicotear los corsos barriales del pueblo, pero no lo pudo conseguir. “Los corsos son diabólicos y quien acude a ellos, debe saber que está pecando”, reafirmaba cada vez. También emprendió una especie de campaña contra las mujeres que practicaban reiki y hasta las obligó a abandonar esa imposición de manos que llevaban adelante. “Eso es algo malo que no se debe hacer”, repetía. Y cuando se le cruzaba tal o cual tema, no dudaba en denunciarlo directamente en las ceremonias religiosas. Se cuidaba de dar nombre y apellido, pero indicaba en detalle características de la persona que resultaban inevitable no identificarla en la misa. Y más de una vez embistió contra los referentes políticos del pueblo o le hizo reclamos específicos al mismo intendente de turno, cuando estaban sentados en la misa, en primera fila.
Siempre se mostró rodeado de chicos de entre 10 y 13 años, que eran sus monaguillos, pero también de pequeñas de esa edad, ya que creó el cuerpo de chicas monaguillas. Muchos de esos pibes se transformaron en jóvenes de más de 18 años en los últimos tiempos y se vieron beneficiados por preciados regalos de parte del cura, como ser equipos de audio, buena ropa o celulares. En su estadía en Lucas González sorprendió su amor por el dinero y su nivel de gasto, por lo cual viajaba no solo a diferentes lugares del país, sino también, cada año, a Medellín, a ver a su familia. Muchas veces se fue a Colombia acompañado con gente de Lucas González. Hizo además importantes modificaciones en la parroquia, en los pisos o con la instalación de numerosas cámaras de seguridad, pero no pudo cambiar la puerta histórica de la parroquia, como pretendía, por ser declarada patrimonio de la provincia. Los 13 de mayo, en que se celebra su cumpleaños, se vivía como una fiesta del pueblo, con venta de tarjetas, sorteos y donaciones que se requerían en semanas previas. Siempre manejó muy hábilmente a los medios de la zona, para que no existieran críticas a sus movimientos o para solicitar beneficios para la parroquia, como también para él. Más de una vez pidió públicamente por el regalo de una camioneta 4 x 4. Decía que con ese móvil iba a poder estar más cerca de los feligreses en zonas rurales de Nogoyá, donde no podía acceder.
El cura colombiano ya no está más en Lucas González. Aunque con cierta sutileza, este fin de semana lo dieron a entender los dos curas que llegaron desde Nogoyá a oficiar misa en la parroquia del pueblo. “Estaremos por varias semanas por aquí”, dijo uno de ellos. En esta instancia, como quizás debió haber ocurrido siempre con este tipo de historias de abusos, fue separado del cargo por el conductor del Arzobispado de Paraná, monseñor Juan Puíggari. El alto prelado hizo lugar a las denuncias de las monjitas del Castro Barro y esta vez no miró para otro lado, tal como hiciera su antecesor, monseñor Mario Maulión, cuando le enviaron cartas los pobladores de Lucas González, por episodios irregulares de años anteriores, que involucraban a Escobar Gaviria. Esta vez, seguramente, monseñor Puíggari no reaccionará ante la información de este medio periodístico. Simplemente, como en casos anteriores, se están contando historias verdaderas. La diferencia es que el arzobispo ahora actuó y no esperó que la crisis estalle en los medios antes de una decisión suya. Algo se avanzó.Por Daniel Enz(de ANALISIS DIGITAL)
Las monjas -una de Lucas González y otra que llegó especialmente desde Córdoba- hicieron una exposición ante el defensor oficial de la justicia de Nogoyá, Oscar Eduardo Rossi y en próximos días se denunciaría otro caso. Son dos menores de 11 y 12 años, que eran encerrados por el cura de origen colombiano para cometer sus abusos. La justicia dispuso urgentes medidas para avanzar en la investigación. Al parecer, el párroco sanador Escobar Gaviria se habría retirado de Nogoyá en la madrugada del sábado, por orden específica del arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari -quien había iniciado una investigación diocesana de los hechos- por lo cual otros sacerdotes oficiaron misa durante el fin de semana. El conocido cura fue el único sacerdote que salió a defenderlo públicamente a Marcelino Moya, cuando se lo denunció por abusos en su paso por la parroquia de Villaguay y quien alojó a la madre superiora del convento de Nogoyá, Luisa Toledo, tras la medida judicial de ser retirada del cargo de conducción que tenía en el convento de carmelitas descalzas.
El conocido cura sanador de Lucas González, Juan Diego Escobar Gaviria, fue denunciado el viernes ante la justicia de Nogoyá y por ello no ofició misa en los últimos días. El detalle saliente de esta historia es que dos religiosas pertenecientes a las monjas Terciarias Misioneras Franciscanas, que dirigen el Colegio Castro Barros de Lucas González, fueron las que acudieron al edificio tribunalicio de Nogoyá, para hacer una exposición en contra del párroco de dicha ciudad. Una de ellas es una monja del lugar, pero la otra llegó especialmente desde Córdoba para respaldar el testimonio de la religiosa entrerriana, quien en semanas recientes quedó preocupada por la serie de hechos que le relataron los padres de un niño de 11 años. No obstante, se le indicó que hay una segunda víctima, de 12 años, sobre la que también se contarán detalles en próximos días. Pero los dos sufrían la misma situación: el cura Escobar Gaviria los encerraba en una habitación de la parroquia y abusaba de ellos sistemáticamente, desde hace ya un buen tiempo. Los dos pequeños ofician de monaguillos en la parroquia de Lucas González. La particularidad, en esta situación, es que los hechos estaban bajo conocimiento del arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari, quien avaló la presentación ante la justicia y, a la vez, dispuso una investigación diocesana interna. Además, separó del lugar al cura Escobar Gaviria, quien habría sido enviado a un lugar no determinado de Paraná.
El defensor oficial de Nogoyá, Oscar Eduardo Rossi, acudió de inmediato al fiscal auxiliar Rodrigo Molina (ya que Federico Uriburu se encontraba de licencia) y éste dispuso algunas medidas urgentes. Por lo pronto, para esta semana están citados los padres del menor y también habrá una cámara Gesell a uno de los niños, a fin de avanzar en la investigación que involucra al cura.
Juan Diego Escobar Gaviria, de la Parroquia San Lucas Evangelista de Lucas González, es conocido en el país e incluso en el exterior, por sus virtudes como sanador, lo que llegó a ser consignado en cadenas de televisión internacional y pertenece a la orden del padre Ignacio Peries, con sede en Rosario, pero con fuerte inserción también en Paraná. Escobar Gaviria es oriundo de Medellín (Colombia) y hace once años que se encuentra en Lucas González, después de transitar por la pequeña localidad de Timbúes (provincia de Santa Fe) y concretar un paso fugaz por Paraná. También es recordado por ser el único sacerdote que hizo una enérgica defensa del sacerdote Marcelino Moya, denunciado ante la justicia de Villaguay por abusos de menores, entre 1993 y 1997, cuando consideró que la Iglesia estaba “sufriendo una gran persecución. Quieren ensuciar a la Iglesia de cualquier forma”, afirmó. Esa vez se preguntó “por qué ahora, después de tantos años, sale a la luz todo esto”, sin tener en cuenta los innumerables casos similares de abusos en la Iglesia, en el mundo, que se están conociendo en los últimos años y en especial después de la asunción del Papa Francisco, quien se viene pronunciando de modo contundente sobre el tema. “Mi punto de vista está ubicado en el sentido de ver por qué ahora, después de tantos años, sale a la luz todo esto. Sabemos que la Iglesia entera, no solamente en Argentina, sino en todo el mundo, está sufriendo una gran persecución, como para quitarle credibilidad. Ya no atacan a la Fe como tal, ya no discuten la cuestión de Jesús, sino que van directamente por los miembros de la institución, que somos seres humanos”, afirmó, en diálogo con el periódico El Observador de Crespo.
“De mi parte, me pongo en oración sobre todo por el padre Marcelino (Moya) y por las personas que hacen estos movimientos para desprestigiarnos. Lo conozco personalmente, es alguien que se entregó a su vocación, siempre comprometido en sus misas, en llevar la palabra de Dios de una forma que no todo el mundo lo puede hacer, debido a su carisma. Otras religiones sufren las mismas tentaciones que nosotros, pero llamativamente no son atacadas de esa forma, creo que quieren ensuciar a la Iglesia de cualquier forma, nos duele esta situación y nos ponemos en oración”, agregó luego el cura de Lucas González.
A su vez, fue el mismo sacerdote que habilitó la llegada de la monja carmelita Luisa Toledo, que hasta el 15 de septiembre pasado ejerció como priora del Monasterio de la Preciosísima Sangre y Nuestra Señora del Carmen, de Nogoyá. El cura colombiano no ahorró elogios para con la religiosa, cuando se supo de su desembarco. “Los luquenses deberían sentirse orgullosos de tener a esta hermana entre nosotros”, dijo en la primera homilía.
La carmelita superiora fue trasladada a ese lugar tras la medida de la justicia, de ser relevada de la conducción del monasterio. La religiosa se encuentra con las monjas Terciarias Misioneras Franciscanas, que dirigen el Colegio Castro Barros. La madre superiora María Isabel fue una de las fundadoras del monasterio de las carmelitas descalzas de Nogoyá, a principios de la década del ’90 y provenía de Concordia. Es la única imputada por la serie de denuncias que hicieron en los Tribunales dos exreligiosas del convento, en la que la acusan de torturas, privación de la libertad y un ejercicio déspota de la autoridad. La causa se abrió tras la publicación de la revista ANALISIS, a fines de agosto, donde se revelaron graves irregularidades en el lugar religioso. El traslado de la religiosa Toledo lo decidió el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, que impuso a la carmelita la obligación de buscar otro lugar adonde residir para no influir en el resto de las monjas que deben testimoniar en la causa abierta en los Tribunales. El pedido de traslado se lo había formulado el fiscal Uriburu.
Un cura polémico
El cura Escobar Gaviria se había transformado en un personaje muy peculiar en Lucas González, desde su llegada al pueblo, en el 2005. A poco de asumido como párroco, sorprendió por la forma en que buscó dividir a los feligreses en cada una de sus intervenciones en la iglesia, como así también por sus agudas críticas a los sacerdotes de Rosario de Tala y Nogoyá. En las homilías fue muy duro en contra del divorcio y las madres solteras, a las que directamente les prohibía el acceso a la parroquia. Más de una vez intentó boicotear los corsos barriales del pueblo, pero no lo pudo conseguir. “Los corsos son diabólicos y quien acude a ellos, debe saber que está pecando”, reafirmaba cada vez. También emprendió una especie de campaña contra las mujeres que practicaban reiki y hasta las obligó a abandonar esa imposición de manos que llevaban adelante. “Eso es algo malo que no se debe hacer”, repetía. Y cuando se le cruzaba tal o cual tema, no dudaba en denunciarlo directamente en las ceremonias religiosas. Se cuidaba de dar nombre y apellido, pero indicaba en detalle características de la persona que resultaban inevitable no identificarla en la misa. Y más de una vez embistió contra los referentes políticos del pueblo o le hizo reclamos específicos al mismo intendente de turno, cuando estaban sentados en la misa, en primera fila.
Siempre se mostró rodeado de chicos de entre 10 y 13 años, que eran sus monaguillos, pero también de pequeñas de esa edad, ya que creó el cuerpo de chicas monaguillas. Muchos de esos pibes se transformaron en jóvenes de más de 18 años en los últimos tiempos y se vieron beneficiados por preciados regalos de parte del cura, como ser equipos de audio, buena ropa o celulares. En su estadía en Lucas González sorprendió su amor por el dinero y su nivel de gasto, por lo cual viajaba no solo a diferentes lugares del país, sino también, cada año, a Medellín, a ver a su familia. Muchas veces se fue a Colombia acompañado con gente de Lucas González. Hizo además importantes modificaciones en la parroquia, en los pisos o con la instalación de numerosas cámaras de seguridad, pero no pudo cambiar la puerta histórica de la parroquia, como pretendía, por ser declarada patrimonio de la provincia. Los 13 de mayo, en que se celebra su cumpleaños, se vivía como una fiesta del pueblo, con venta de tarjetas, sorteos y donaciones que se requerían en semanas previas. Siempre manejó muy hábilmente a los medios de la zona, para que no existieran críticas a sus movimientos o para solicitar beneficios para la parroquia, como también para él. Más de una vez pidió públicamente por el regalo de una camioneta 4 x 4. Decía que con ese móvil iba a poder estar más cerca de los feligreses en zonas rurales de Nogoyá, donde no podía acceder.
El cura colombiano ya no está más en Lucas González. Aunque con cierta sutileza, este fin de semana lo dieron a entender los dos curas que llegaron desde Nogoyá a oficiar misa en la parroquia del pueblo. “Estaremos por varias semanas por aquí”, dijo uno de ellos. En esta instancia, como quizás debió haber ocurrido siempre con este tipo de historias de abusos, fue separado del cargo por el conductor del Arzobispado de Paraná, monseñor Juan Puíggari. El alto prelado hizo lugar a las denuncias de las monjitas del Castro Barro y esta vez no miró para otro lado, tal como hiciera su antecesor, monseñor Mario Maulión, cuando le enviaron cartas los pobladores de Lucas González, por episodios irregulares de años anteriores, que involucraban a Escobar Gaviria. Esta vez, seguramente, monseñor Puíggari no reaccionará ante la información de este medio periodístico. Simplemente, como en casos anteriores, se están contando historias verdaderas. La diferencia es que el arzobispo ahora actuó y no esperó que la crisis estalle en los medios antes de una decisión suya. Algo se avanzó.Por Daniel Enz(de ANALISIS DIGITAL)
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