jueves, 18 de mayo de 2017

Se complica la normalización del PRO en la provincia

Las dos listas anotadas para conducir el PRO de Entre Ríos se acusan mutuamente de una serie de irregularidades que podrían llegar a hacer caer la elección convocada para el 3 de junio.



Por: Pablo Bizai pablobizai@gmail.com
Tras casi cuatro años de intervención, el partido en el que manda el ministro del Interior Rogelio Frigerio se encamina a normalizar su situación jurídica y política con una convocatoria a internas para el 3 de junio, en la que los afiliados deben elegir a las autoridades de la fuerza política.

A esta instancia se llegó porque no fue posible consensuar una lista que evite el desgaste de una interna. Entonces se terminaron anotando dos propuestas: la oficial, avalada por Frigerio, con el nombre Compromiso Entrerriano, que propone para la presidencia del partido al intendente de Basavilbaso Gustavo Hein; y la opositora, encabezada por Hernán Blázquez, un hasta hace poco ignoto dirigente del macrismo, que logró no obstante armar una lista provincial y dar pelea en seis departamentos para las conducciones locales.

Pero la interna del 3 de junio está en dudas porque ambas listas plantearon una serie de impugnaciones a sus adversarios por un conjunto de incumplimientos formales propios del proceso electoral, como insuficiencia de avales, problemas con las afiliaciones, candidaturas duplicadas o incumplimiento de disposiciones de la carta orgánica, como los aportes partidarios exigidos a los dirigentes que cumplen funciones en el estado.
Las impugnaciones deben ser resueltas por la Junta Electoral del partido que está compuesta por personas en principio ajenas a la interna provincial: dos apoderados nacionales del partido, Clodomiro Risau y Santiago Alberdi y la diputada nacional por Santa Fe Gisela Scaglia. Tiene plazo para resolver hasta el miércoles y los denunciados pueden apelar a la Justicia Federal.

El proceso

Siempre se dudó sobre la efectiva realización de esta elección interna en el PRO. Frigerio había operado el año pasado con éxito para bajar la interna partidaria de sus socios radicales y resultaba obvio que no permitiría el desgaste de energías y recursos que supone una elección en su propio partido, cuando lo que importa este año es la elección legislativa de mitad de mandato.

Además, con menos de 8.000 afiliados en toda la provincia, el PRO exhibiría yendo a una interna –en la que con suerte votarían unas 2 o 3 mil personas– su debilidad como partido, en comparación con la estructura de la UCR. Y esto ocurriría justo a las puertas del armado de la lista de candidatos a diputados nacionales de Cambiemos, que los radicales pretenden encabezar y ocupar también el segundo o tercer lugar.

Tanto se puso en dudas la interna que el 3 de mayo fue noticia que Blázquez pudiera haber reunido lo suficiente como para anotar su lista. Y en los días siguientes se especuló con que el oficialismo partidario recurriría a las impugnaciones para dejar fuera de competencia a los opositores.

Esa variante resultaba creíble como estrategia si se tomaba en cuenta que no hubo de parte de Frigerio ningún intento previo por buscar un consenso que evite la interna. Así quedó demostrado durante la última visita presidencial a Paraná, el 20 de abril, cuando Hein fue exhibido todo el tiempo junto a Mauricio Macri y a Blázquez ni siquiera se le permitió una foto junto al jefe nacional del PRO.

Frigerio no sólo ignoró a los opositores; hasta los provocó, dándoles razones para que luego buscaran victimizarse públicamente, como cuando el candidato a la departamental Paraná, Daniel Luján –quien funge como periodista en el sitio de noticias Urgente 24–, salió a denunciar que le impidieron ingresar a la conferencia de prensa que Macri ofreció en el aeropuerto de la capital provincial.

Lo cierto es que la dirigencia del PRO dejó siempre el camino libre de la opinión pública a Blázquez y Luján. Prácticamente toda la información sobre el camino a la normalización partidaria salió de los opositores, mientras a los periodistas se les hacía difícil obtener de parte de los jefes provinciales del PRO una versión oficial del proceso.

De fondo, estuvo siempre el desdén que mostró Frigerio –al frente de la intervención y luego delegándola a un hombre de su confianza, Marcelo Sorgente- por la institucionalidad partidaria, algo difícil de explicar en una organización política que se dice republicana.
Ese descuido fue aprovechado por Blázquez para hacerse conocer a fuerza de noticias. La más importante fue cuando hace dos meses obtuvo de parte de la Justicia Federal una respuesta favorable a un pedido para que PRO llame a elecciones, porque la extensión de la intervención ponía al partido en riesgo de perder su personería en Entre Ríos.

Hacer daño

La dirigencia de PRO no buscó en este tiempo un acuerdo con Blázquez y Luján porque consideró extorsivas sus prácticas políticas, con críticas que muchas veces se fueron del terreno político para entrar en la descalificación personal.

Muchos reparaban además en los antecedentes de Blázquez, con denuncias de estafas en su trabajo como represente de figuras de la farándula, con las que se lo puede ver en numerosas fotos en su perfil de Facebook.

Algunos, más pragmáticos, agregaban que no hubieran tenido problemas en sentarse a negociar si detrás suyo Blázquez hubiera exhibido algún poder atendible de movilización. Reparaban en que no se le conocía una sola foto al frente de una reunión en la que hubiera más de 20 personas.

Toda esta composición dio la idea de que el negocio de Blázquez no era otro que el de hacer daño, desde un lugar en el que no tenía nada que perder y presuntamente bancado por un enemigo interno o externo de Frigerio,


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