sábado, 8 de junio de 2013

Una tormenta solar fuerte podría dejar sin luz a medio occidente


Una tormenta solar fuerte podría dejar sin luz a medio occidente

El físico solar, Antonio Ferriz-Mas, profesor de la Universidad de Vigo aseguró que una gran mancha solar, diez veces el tamaño de la Tierra, apunta hacia nuestro planeta y podría causar grandes problemas energéticos.

Una gran mancha solar, diez veces el tamaño de la Tierra, apunta hacia nuestro planeta. Así lo han determinado investigadores de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica de los Estados Unidos (NOAA). ¿Qué consecuencias puede conllevar esta realidad? ¿De qué manera puede afectar a nuestro planeta? ¿Cómo se originan estas manchas y de qué se alimentan? Estas y otras muchas preguntas encuentran respuesta en el análisis del físico solar Antonio Ferriz-Mas, profesor de la Universidad de Vigo e investigador asociado del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA). Es autor, entre otros, del estudio, publicado el pasado mes de diciembre en Astronomy & Astrophysics, que plantea la posibilidad de que los planetas influyan en la actividad magnética solar.

¿Diría que esta mancha detectada por los científicos es de las más grandes jamás hallada?
En todos los ciclos hay manchas muy grandes, y ha habido manchas más grandes que la que nos ocupa en ciclos anteriores. No es algo anormal que aparezca una mancha así en un ciclo de once años. Lo que ocurre es que al tener los ciclos esta larga duración el público en general, no así los científicos, no se acuerda de lo que aconteció en etapas pasadas.

Los científicos explican que esta mancha ya estaba identificada, pero que nos les preocupaba porque no apuntaba hacia la Tierra…
Porque estaba en la parte opuesta del Sol. Nuestra estrella rota en un periodo aproximado de un mes. Si la mancha dura dos semanas, no hay problema, porque cuando el Sol haya completado media rotación, que son casi 15 días, ésta habrá desaparecido. Pero si la mancha es muy grande y dura un mes, cuando el Sol dé la vuelta la tendremos delante.

Y ahí surge el problema…
Antes o después se efectuará una eyección de masa coronal, lo que pasa es que no tiene por qué ser en dirección a la Tierra. Y es que el Sol es una esfera. Si uno coge un punto de esa esfera y dibuja una línea recta perpendicular a la superficie, esa línea recta no tiene por qué apuntar hacia nuestro planeta. El hecho de que haya una mancha gigantesca solar no garantiza que vaya a darnos de lleno.

¿Cómo se originan las manchas solares?
No hay unanimidad total entre la comunidad de físicos solares sobre el proceso, llamado dinamo, que genera el campo magnético solar. Lo único que está claro es que los campos magnéticos que se observan en la superficie del Sol llegan a ésta procedentes del interior de la estrella. Desde los años 80, cada vez hay más físicos solares, entre ellos un servidor, que piensa que el origen del campo magnético de las manchas solares está en la tacoclina.

La tacoclina.
Se piensa que es en esta parte del Sol, a 200.000 kilómetros por debajo de la superficie, donde se generan los intensos campos magnéticos que luego emergerán a la superficie en forma de manchas [desde el centro hacia fuera, las zonas del Sol son: núcleo, zona radiativa, tacoclina, zona convectiva, fotosfera, cromosfera y corona]. Sin embargo, al no poderse observar tantos miles de kilómetros por debajo de la superficie, queda, por ahora, en una hipótesis.

¿Qué mecanismo produce la energía magnética que luego emerge a la superficie del Sol?
Se piensa que la energía magnética que hay almacenada en las manchas procede de la conversión de energía cinética de la rotación diferencial en energía magnética.

¿Rotación diferencial?
Por debajo de la tacoclina, está la zona radiativa, que va desde el centro hasta aproximadamente el 70% del radio del Sol y contiene el 98% de su masa. Toda esa zona radiativa rota casi de manera rígida, como una bola de billar. La zona de convección, ubicada entre el 70% del radio y la fotosfera, rota diferencialmente. La tacoclina es como una capa límite situada entre dos zonas con regímenes de rotación muy distintos. La Tierra rota una vez cada 24 horas, punto. Venus rota cada 243 días terrestres, punto. Sin embargo, un planeta como Júpiter o un astro como el Sol, que son fluidos, no tienen una velocidad de rotación bien definida. Eso ya lo descubrió Galileo Galilei observando las manchas.

Y en la tacoclina convergen distintas velocidades de rotación.
Es donde se genera lo que se llama el proceso dinamo que convierte la energía cinética de la rotación diferencial en energía magnética. Sucede básicamente lo mismo que en una dinamo de una bicicleta, de ahí el nombre.

Entonces, la mancha que se ve en la superficie viene a ser la traducción de ese efecto dinamo que sucede en el interior del astro…
Correcto. Se piensa que en la tacoclina el campo magnético no está distribuido de manera uniforme. O sea, que no está toda ella llena de campo magnético. Lo que ocurre es que éste queda concentrado en estructuras tubulares que reciben el nombre de tubos de flujo magnético. Estos tubos, que van aumentando su intensidad por efecto de la rotación diferencial, y quizás por otros mecanismos, contienen un campo magnético que puede llegar hasta los 100.000 o 120.000 Gauss y son un poco menos densos que todo aquello que los rodea. ¿Por qué? Porque en el interior de una estrella, donde hay un campo magnético muy intenso, la densidad es algo menor. Al ser la densidad menor, éstos flotan, y algo que flota se va hacia arriba.

Entiendo…
A medida que el campo magnético se va incrementando, por el efecto dinamo, y supera un valor crítico, esos tubos se hacen inestables. ¿Por qué? Porque flotan mucho. Es en ese punto cuando parte del tubo asciende y se mete en la zona de convección (donde se dan unas condiciones que hacen que el tubo vaya incrementando su inestabilidad, o sea, que flote cada vez más). Las simulaciones numéricas por ordenador indican que en aproximadamente un mes un tubo de flujo que se hace inestable en la tacoclina llega a la superficie y forma un par de manchas.

¿Un par?
Sí, un par. Imagínese que usted está debajo del agua, en una piscina, y sostiene cada uno de los extremos de un tubo curvado, en forma de ‘u’ invertida, con las manos. Cuando va subiendo las manos, llega un momento en el que el tubo sale del agua. Haciendo una analogía, la superficie del agua sería la fotosfera, y el agua de la piscina sería la zona de convección. En el momento que el tubo emerge del agua, éste la corta por dos sitios, porque tiene dos ‘patas’, como la letra ‘u’ invertida. Cada punto donde el tubo corta la superficie es una mancha. En realidad, la mancha es la intersección del tubo con la superficie, pero como el tubo está curvado no hay una única intersección, sino dos.

Sabemos cómo aparecen… pero, ¿cómo se desvanecen?
Parte se disipa, parte de ese campo magnético puede ir al espacio cuando hay una explosión, y parte puede desaparecer al hundirse por debajo de la fotosfera: la materia se enfría, vuelve a pesar más, y se hunde. Pero, mientras hay una sola causa que hace que el campo magnético emerja, en su desaparición no hay una única causa. Hay manchas que desaparecen en pocas semanas y otras pueden durar más de un mes.

Supongo que la parte que explosiona y viaja por el espacio es la que nos puede llegar a afectar. Pero, ¿qué origina tal explosión?
En la corona del Sol las condiciones son muy distintas que en la fotosfera, el medio es muy poco denso. La temperatura de la corona puede llegar a uno o dos millones de grados Kelvin, mientras que la mancha que observamos en la fotosfera tiene una temperatura de entre 3.000 y 4.500 grados Kelvin. La presión en la corona es bajísima, prácticamente es el vacío. Las estructuras magnéticas de la corona, que deben su origen al campo magnético de la mancha, terminan haciéndose inestables.

Algo parecido sucede con…
De alguna manera es parecido a lo que pasa en una nube. En una nube hay cristalitos de hielo y gotitas de agua. Ambos van aumentando de tamaño porque cada vez se les van pegando más moléculas de agua por coalescencia [propiedad de las cosas de unirse o fundirse]. Llega un momento que eso se hace inestable y cae en forma de precipitación. Pues en la corona, las estructuras magnéticas terminan haciéndose inestables. Pueden pasar días, semanas e incluso un mes, pero terminan haciéndose inestables. Por cierto, en este 2013 va a haber algunas tormentas solares y muchas auroras boreales.

Pero no hay que preocuparse, ¿no? El campo magnético de la Tierra será escudo suficiente…
La materia de la eyección coronal tiende a penetrar por los polos magnéticos de la Tierra, porque ahí el campo magnético terrestre apantalla menos [a raíz de este fenómeno surgen las auroras boreales]. Es como el escudo protector de las películas de ciencia ficción que se activa y repele los misiles. La idea no es una tontería: el campo magnético de la Tierra nos protege de la eyección de materia procedente del Sol desviándola (y también de los energéticos rayos cósmicos, procedentes de las explosiones de supernovas, que viajan por la Galaxia guiados por las líneas del campo magnético galáctico).
Pero penetra por los polos, porque ahí el efecto pantalla es más débil.
Puede penetrar por ahí, por los polos magnéticos terrestres. Cabe matizar que cuando hablamos de polos magnéticos no estamos hablando concretamente del polo Norte y del polo Sur. Están cerca, pero no son lo mismo. El polo Norte magnético se encuentra en el norte de Canadá, no es el polo Norte geográfico. Y el Sur está en la Antártida, pero no coincide con el polo Sur geográfico.

¿Y qué consecuencias puede tener para estos puntos la llegada de una tormenta magnética?
Se pueden ver afectadas, por ejemplo, las comunicaciones entre los aviones y sus bases. Por lo tanto, durante una tormenta magnética puede ocurrir que durante horas, o algún día, no pueda haber vuelos que pasen cerca de los polos. El peligro es que se pierdan las transmisiones, que el avión pierda el contacto con tierra.

La suerte es que podemos preverlas…
Efectivamente. Primero se ven los destellos de la eyección magnética y, días después, ésta llega a la Tierra. Y es que la materia de la eyección no viaja a la velocidad de la luz. Nosotros vemos la eyección en luz, y del Sol a la Tierra hay ocho minutos a esa velocidad. Pero la materia, aunque se desplaza rápidamente, no lo hace a la velocidad de la luz, tarda varios días. Entonces nosotros sabemos con 48 horas de antelación, o más, que va a haber una tormenta magnética y se puede dar la orden, por ejemplo, de que los aviones no vuelen cerca de los polos.

Más allá de los aviones, ¿puede haber otro tipo de consecuencias?
Puede haber problemas en Canadá, que es la zona más vulnerable del hemisferio norte. El hemisferio sur también es vulnerable, pero en la Antártida no vive casi nadie. Cabría la posibilidad de que una tormenta magnética muy intensa pudiera dejar medio Canadá y parte de EE.UU. sin luz durante días al quedar afectadas las centrales de producción eléctrica, las líneas de transmisión. Y es que éstas están intercomunicadas.

Menuda tarea…
He leído algunas informaciones que me han parecido muy catastróficas respecto a la mancha hallada en la fotosfera. En todos los ciclos solares, que son de once años, hay explosiones de este tipo. Es verdad que el gobierno de Canadá ha avisado a sus conciudadanos de que acumulen agua y comida en casa. Pero eso tiene sentido porque Canadá es más vulnerable a los efectos de una gran tormenta magnética debido a su proximidad al polo Norte magnético. Es mejor que la gente tenga en su casa comida y agua por si están una semana sin luz. Esto puede ocurrir, pero no es el Apocalipsis. Es verdad, sin embargo, que dado que hoy tenemos una dependencia total con la electricidad, pues sí, puede ser grave.

Ha habido precedentes de tormentas de magnitudes importantes…
Sí, ocurrió en el pasado, pero, por ejemplo, en los siglos anteriores al XX no tenían tanta repercusión, porque no había redes de energía eléctrica. En 1859 se registró la tormenta solar más grande de la que se tiene constancia [se bautizó con el nombre de ‘Evento Carrington’]. Afectó a los sistemas de telégrafo de Europa y de Estados Unidos y hubo auroras boreales que se vieron en gran parte del mundo.

Eso quiere decir que fue muy fuerte.
Así es. En 2006, estuve en un congreso sobre magnetismo solar en el que uno de los ponentes, de Arabia Saudí, hablaba de fenómenos descritos en textos históricos que claramente se pueden identificar como auroras boreales sobre la Penísula Arábiga y Oriente Próximo. ¡Y Arabia está muy lejos del polo Norte! También he oído hablar de auroras boreales en las Islas Canarias, que están sólo 28 grados por encima del Ecuador. Eso da una idea de la virulencia de la tormenta magnética en cuestión. Pero al no haber entonces, cuando ocurrieron, energía eléctrica ni redes de transmisión, éstas no dejarían de ser una anécdota.

Fuente: La Vanguardia

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