domingo, 4 de septiembre de 2016

Felicidad en la comunidad católica por la canonización de la Madre Teresa de Calcuta

El Papa canonizó este domingo por la mañana a la Madre Teresa de Calcuta, en una multitudinaria misa celebrada en la Plaza de San Pedro, a la que se calcula asistieron unas 120 mil personas.

Luego de escuchar la petición del prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Cardenal Angelo Amato, para que la Madre Teresa sea inscrita en el libro de los santos; y tras las lectura de una breve reseña biográfica, se procedió a la letanía de los santos y finalmente, Francisco leyó la fórmula de canonización: “en honor a la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y crecimiento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos Santos a la beata Teresa de Calcuta, y la inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sea devotamente honrada entre los Santos”.

A continuación, la reliquia, sangre de Madre Teresa contenida en una cruz artesanal de madera, fue llevada al altar por una misionera de la caridad, para su veneración.

En su homilía el pontífice señalo que la “Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, fue una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada”. “La misericordia fue para ella la “sal” que daba sabor a cada obra suya, y la «luz» que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento”, dijo Francisco.

“Se inclinó sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; hizo sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos”, prosiguió.

Su misión, continuó el Papa, “en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres”.

“Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea su modelo de santidad”, afirmó.

El Santo Padre hizo votos también para que “esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión”.

El Pontífice recordó también que la “Madre Teresa amaba decir: “Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír”. Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren. Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura”.

Finalmente, el Papa recordó que el seguimiento de Jesu?s “es un compromiso serio y al mismo tiempo gozoso” que “requiere radicalidad y esfuerzo para reconocer al divino Maestro en los ma?s pobres y ponerse a su servicio”.

Dondequiera que haya una mano extendida que pide ayuda para ponerse en pie –concluyó Francisco– alli? debe estar nuestra presencia y la presencia de la Iglesia que sostiene y da esperanza.03442

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