El informe publicado hoy indica que la mayoría de esos chicos proviene de hogares numerosos, tiene padres asalariados no registrados, se encuentra en la base social de la población y no ha completado la educación primaria ni tampoco, en la mayoría de los casos, lo han hecho sus progenitores.
El 30 % de los niños menores de 17 años que viven en Argentina es pobre y el 8,4 % lo es en "extremo", según un estudio de Unicef publicado hoy que, por primera vez, mide la pobreza infantil desde una perspectiva que va más allá de los aspectos monetarios.
En un encuentro con los medios de comunicación, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) presentó un informe basado en los 28 indicadores de privación en los que se dividen las diez dimensiones que componen la pobreza "multidimensional" según los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Convención Sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
En base a ello, los cuatro millones de personas menores de edad que son pobres en Argentina sufren un promedio de 5,7 privaciones, mientras que a los 1,1 millones que son "extremadamente" pobres les faltan 8 de los parámetros necesarios para contar con las mismas oportunidades que el resto de ciudadanos, según reveló el doctor en economía y consultor de Unicef, Jorge Paz.
Asimismo, declaró que entre los indicadores más frecuentes y "sensibles" para la infancia en el país destacan la falta de lactancia materna (un 22 % de los casos), la existencia de violencia verbal (28 %), y el hacinamiento de la vivienda (20 %) o que esta se encuentre en una zona "inadecuada" (28 %) -propensa a las inundaciones o cerca de un vertedero, por ejemplo-.
El estudio también refleja que 1,3 millones de niños y niñas menores de cinco años viven en condiciones de pobreza en Argentina y 300.000 lo hacen en condiciones límites, lo que para la representante de Unicef en el país, Florence Bauer, refleja la "importancia" de invertir en esta etapa de la vida.
"Tenemos que tener un sistema en el Gobierno nacional que mida la pobreza de manera permanente y confiable" como "se mide la inflación" para establecer las políticas públicas necesarias, afirmó Bauer antes de hacer hincapié en que la respuesta también debe ser multisectorial y abarcar tanto intervenciones directas (acceso a la salud) como indirectas (transferencias monetarias).
Asimismo, llamó la atención sobre la gran "disparidad" de ingreso per cápita que existe entre las mismas provincias argentinas, ya que en las regiones del noreste y noroeste del país un niño tiene 6 veces más de probabilidad de caer en la pobreza que en Buenos Aires.
En este sentido, Paz denunció que existe una "correlación inversa" entre la falta de recursos y la asignación de los mismos, ya que "los más pobres reciben menos".
El consultor afirmó que la mayoría de los chicos pobres proviene de hogares numerosos, tiene padres asalariados no registrados, se encuentra en la base social de la población y no ha completado la educación primaria ni tampoco, en la mayoría de los casos, lo han hecho sus progenitores.
Así, un niño que vive en un hogar donde sus padres se encuentran en una situación de inestabilidad laboral tiene 3 veces más de probabilidades de caer en la pobreza que en condiciones estables, y 22 veces más si los mismos no han pasado la primaria, cifras que aumentan todavía más cuando el jefe del hogar es una mujer, lo que refleja la carencia de "políticas de cuidado".
Sebastián Waisgrais, especialista en evaluación del organismo en Argentina, señaló que aunque medidas nacionales como la Asignación Universal por Hijo son muy positivas, hay 1,5 millones de chicos que deberían recibirla y no lo hacen por burocracia, vivir en zonas aisladas o encontrarse fuera del sistema educativo, por lo que hay que concentrarse en el sector que se queda "fuera" de la atención pública.
"Es una pobreza mucho más estructural que la monetaria", dijo, porque los niños trasladan todas las privaciones a su vida adulta y la situación se va reproduciendo a sí misma y, de hecho, el 19 % de los que no son pobres por cuestiones de ingresos, sí lo son por dimensiones como la educación o la vivienda inadecuada.
El informe de Unicef está basado en la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados que realizó la entidad junto al ministerio de Desarrollo Social entre 2011 y 2012 a 25.000 hogares de localidades de más de 2.000 habitantes y en la actualización de la misma con la Encuesta Permanente de Hogares del Gobierno de 2015.
El 30 % de los niños menores de 17 años que viven en Argentina es pobre y el 8,4 % lo es en "extremo", según un estudio de Unicef publicado hoy que, por primera vez, mide la pobreza infantil desde una perspectiva que va más allá de los aspectos monetarios.
En un encuentro con los medios de comunicación, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) presentó un informe basado en los 28 indicadores de privación en los que se dividen las diez dimensiones que componen la pobreza "multidimensional" según los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Convención Sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
En base a ello, los cuatro millones de personas menores de edad que son pobres en Argentina sufren un promedio de 5,7 privaciones, mientras que a los 1,1 millones que son "extremadamente" pobres les faltan 8 de los parámetros necesarios para contar con las mismas oportunidades que el resto de ciudadanos, según reveló el doctor en economía y consultor de Unicef, Jorge Paz.
Asimismo, declaró que entre los indicadores más frecuentes y "sensibles" para la infancia en el país destacan la falta de lactancia materna (un 22 % de los casos), la existencia de violencia verbal (28 %), y el hacinamiento de la vivienda (20 %) o que esta se encuentre en una zona "inadecuada" (28 %) -propensa a las inundaciones o cerca de un vertedero, por ejemplo-.
El estudio también refleja que 1,3 millones de niños y niñas menores de cinco años viven en condiciones de pobreza en Argentina y 300.000 lo hacen en condiciones límites, lo que para la representante de Unicef en el país, Florence Bauer, refleja la "importancia" de invertir en esta etapa de la vida.
"Tenemos que tener un sistema en el Gobierno nacional que mida la pobreza de manera permanente y confiable" como "se mide la inflación" para establecer las políticas públicas necesarias, afirmó Bauer antes de hacer hincapié en que la respuesta también debe ser multisectorial y abarcar tanto intervenciones directas (acceso a la salud) como indirectas (transferencias monetarias).
Asimismo, llamó la atención sobre la gran "disparidad" de ingreso per cápita que existe entre las mismas provincias argentinas, ya que en las regiones del noreste y noroeste del país un niño tiene 6 veces más de probabilidad de caer en la pobreza que en Buenos Aires.
En este sentido, Paz denunció que existe una "correlación inversa" entre la falta de recursos y la asignación de los mismos, ya que "los más pobres reciben menos".
El consultor afirmó que la mayoría de los chicos pobres proviene de hogares numerosos, tiene padres asalariados no registrados, se encuentra en la base social de la población y no ha completado la educación primaria ni tampoco, en la mayoría de los casos, lo han hecho sus progenitores.
Así, un niño que vive en un hogar donde sus padres se encuentran en una situación de inestabilidad laboral tiene 3 veces más de probabilidades de caer en la pobreza que en condiciones estables, y 22 veces más si los mismos no han pasado la primaria, cifras que aumentan todavía más cuando el jefe del hogar es una mujer, lo que refleja la carencia de "políticas de cuidado".
Sebastián Waisgrais, especialista en evaluación del organismo en Argentina, señaló que aunque medidas nacionales como la Asignación Universal por Hijo son muy positivas, hay 1,5 millones de chicos que deberían recibirla y no lo hacen por burocracia, vivir en zonas aisladas o encontrarse fuera del sistema educativo, por lo que hay que concentrarse en el sector que se queda "fuera" de la atención pública.
"Es una pobreza mucho más estructural que la monetaria", dijo, porque los niños trasladan todas las privaciones a su vida adulta y la situación se va reproduciendo a sí misma y, de hecho, el 19 % de los que no son pobres por cuestiones de ingresos, sí lo son por dimensiones como la educación o la vivienda inadecuada.
El informe de Unicef está basado en la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados que realizó la entidad junto al ministerio de Desarrollo Social entre 2011 y 2012 a 25.000 hogares de localidades de más de 2.000 habitantes y en la actualización de la misma con la Encuesta Permanente de Hogares del Gobierno de 2015.
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