domingo, 22 de mayo de 2016

Guardamonte, el pueblo con 220 habitantes que tendrá desempate electoral.


Dividido en partes iguales entre votantes de dos candidatos, uno de Cambiemos y otro del Frente para la Victoria, quienes viven en Guardamonte esperan el desempate electoral del 26 de junio.
Guardamonte, en el centro geográfico de la provincia, con su asfalto más cercano a 5 kilómetros en la Ruta Provincial N°6, el pequeño poblado al norte de Maciá, en el departamento Tala, mantiene la incertidumbre sobre su futuro gobierno.
En las últimas elecciones de octubre de 2015 hubo empate en 84 votos para la Junta de Gobierno entre el candidato del Frente para la Victoria, Eligio Briozzo, y el de Cambiemos, Abel Frachía.
La localidad, equidistante de las Rutas 12 y 18, en la que habitan alrededor de 220 personas en unas pocas manzanas, es conocida además porque allí cerca está el predio La Esperanza, en los campos expropiados a Mario Yedro.
A principios de abril, el gobernador Gustavo Bordet puso fecha para el desempate electoral: el domingo 26 de junio, entre las 8 y las 18, quienes figuren en el padrón tendrán que sufragar nuevamente en la Escuela Provincial N°34 José de San Martín.
Mientras tanto, el Poder Ejecutivo de Entre Ríos designó un delegado normalizador, según los considerandos del Decreto 647. Esto ocurrió luego de cuatro meses sin gobierno.
Al pueblo se accede por un camino de ripio tras pasar el arco de bienvenida, recientemente pintado de celeste y blanco.
Ninguna casa sobresale de las demás. Si se busca alguna diferencia entre ellas quizás se la encuentre por su época de construcción.
Entre las antiguas, están aquellas de grandes ladrillos, tal vez revoque descascarado y rastros de viejas pinturas; entre las nuevas, un grupo de ocho viviendas del IAPV (Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda), y otras construidas en un loteo reciente en los últimos meses. Todas son sencillas y humildes.
En los jardines de ropa tendida pasean las gallinas y yace algún que otro coche viejo a medio desarmar.
Un hombre pasa en bicicleta manejando con una mano mientras que con la otra sostiene a su hijita fuerte contra el pecho. Saluda breve con un movimiento de cabeza a un paisano a caballo.
Hay pocas personas durante el día, ya que la mayoría sale a trabajar al campo o a Maciá. Carlos Frachía, hermano de uno de los candidatos, espera parado de brazos cruzados en la ochava de un antiguo bar que ya no es tal desde que su dueño dejó este mundo.
"Es todo política", suele responder cuando se le pregunta por las elecciones, o los postes y los antiguos surtidores de agua públicos con la pintura fresca de los colores patrios.
Carlos aguarda a su hermano, que se fue hasta Maciá al velorio de una mujer de Guardamonte.
Ante la pregunta de si el deceso inclinará el resultado en la próxima votación, el hombre de 62 años contesta con el dicho popular: "Pueblo chico, infierno grande. Acá el que no corre, vuela". Y para graficar sus palabras, se hace eco de una historia según la cual el candidato que se enfrenta a su hermano quiere que se vaya la enfermera de la sala comunitaria para nombrar a una conocida, si el marido lo vota a él.
"En lugar de gastar en pintura tendrían que desagotar los pozos negros que están contaminando, hay agua servida en las calles", se queja sobre el accionar del interventor nombrado por el gobernador, a cuya disposición se puso Briozzo como modo de hacer campaña.
Carlos ya no puede seguir esperando a su hermano, debe ir a atender su pequeño tambo. "Tengo ovejitas, hago queso. . . está jodido pero hay que lucharla".
Indecisos
¿Alguien cambió su voto? Son varios los que dudan. Norma, que atiende el único negocio tipo despensa abierto a la siesta, dice no conocer muy bien a los candidatos porque es "de las nuevas en el pueblo", y que votó a uno pero ahora no sabe debido a que ve que es el otro el que se está moviendo más.
Otra mujer que atiende a El Diario en la puerta de su hogar también reconoce estar indecisa: "votamos a uno, pero ahora resulta que el otro está haciendo cosas ¿viste que está todo pintado? Lo que pasa es que tiene mala fama: terreno que encuentra, terreno que se lo adueña. Es medio peligroso, ese es el tema. Pero al otro le vuelan las moscas y ni siquiera se las espanta, vive en el aire", resume. Lo que le tira para no cambiar el voto es la tradición familiar radical, morigera.
"Ajá, votamos. Y si Dios quiere volveremos a votar al mismo. Por ahora no cambiamos", contesta inalterable un hombre de boina, camisas, jean y medias con pantuflas que descarga leña de una camioneta junto a su mujer.
Ñandubay y espinillo, dice que consiguió, aunque ya no queda tanta en el monte, la trae del campo de su suegra, y la tiene que ir a buscar "porque no viene sola".
Alexander ata el caballo debajo de un árbol, frente a la casa de Briozzo, que es vecino de su tío. Él no vota porque tiene 16 años, pero ya trabaja: está amansando el animal a pedido, desde hace seis meses.
"Aprendí mirando al hijo de Frachía cómo lo hacía. Trabajo de albañil también, nomás que ahora se paró todo. Mi viejo se fue a Tala y se queda allá, porque si no se le va todo lo que gana en nafta de ir y venir", cuenta el pibe de botas y boina.
"Esto de arriba es la montura, acá le dicen "recao", y estos son los frenos. . . de a poco lo voy andando", explica sobre el equino de dos años.
El candidato del FPV. Mientras Abel Frachía asiste al velorio en Maciá, su contrincante descansa. "Está siesteando", avisa Silvia, su mujer.
Una de sus hijas deja de ver la tele y lo va a buscar, mientras ella muestra el padrón con los resultados de 2015: 206 votantes habilitados, de los cuales ejerció su derecho y obligación el 86%, en la mesa 1526.
"Lo que pasa es que hay algunos fallecidos, gente que se ha ido y otros que han venido. El pueblo está queriendo crecer", sostiene la compañera del candidato del Frente para la Victoria. Briozzo y su familia se instalaron en Guardamonte hace una década: "soy nacido en Paso Colorado, un paraje cercano, de chico me llevaron a Tala donde me crié. Soy electricista, plomero, cloaquista. A veces voy a trabajar afuera, pero trato de quedarme acá", se presenta el hombre de 49 años, que cuenta en su haber un intento infructuoso por acceder a la Junta de Gobierno.
"Estoy haciendo campaña, ayudando al interventor de Tala. El muchacho pidió que colaboremos, que trabajemos juntos porque el pueblo estaba sucio y las calles rotas. Nos convocó a los dos, pero Frachía no acompaña. Ahora pienso que voy a ganar, creo que tengo más apoyos; hablo continuamente con los vecinos", se entusiasma.
"Además, está la situación nacional: mucha gente se está arrepintiendo de haber votado a (Mauricio) Macri. Hubo quienes confiaron y ahora están viendo lo que está pasando, aunque acá también está el voto por tradición: el radical vota radical siempre", analiza.
El postulante de Cambiemos
"Pienso que voy a ganar, vamos a intentar de vuelta", le dice Abel Frachía en conversación telefónica, días después.
"Hay gente nuestra que no estaba ese día de la elección, que andaba en Buenos Aires y en otras partes, espero puedan venir para junio", fundamenta las posibilidades del desempate.
"No me convocó el interventor: Briozzo se metió de prepo nomás a hacer campaña porque el hombre viene acomodado en la misma línea suya por el gobernador.
Hasta puso a la mujer de Briozzo como tesorera", dispara el pretendiente de Cambiemos, de 58 años, profesión ganadero, que tiene experiencia como vocal pero hasta ahora no logró ejercer la jefatura en la Junta de Gobierno.
Otra característica del pueblo es la ausencia total de publicidad en sus calles: nada se vende, nada se promociona.
En ese contexto, el pasacalle electoral que se mantiene colgado en el fondo de la casa de Briozzo que encabeza Daniel Scioli y termina con su nombre, le da un aire atemporal a Guardamonte.
En ese pequeño y tranquilo pueblo del interior de Entre Ríos se desarrollará la última batalla electoral que comenzó en 2015.
Porteños, los recién llegados
Juliana, alias "la Yuli", comenta que "se han venido unos porteños. Vienen y compran terrenos, un hombre vendía lotes muy baratos, aparecieron todos los porteños en el último año. Construyeron sus casas y se mudaron. La mayoría son jubilados o retirados, con algún ingreso. También hay quienes vienen solamente de vacaciones, a descansar, pero está llegando bastante gente al pueblo, se están levantando varias viviendas".
Según la mujer de 27 años, la interacción entre los vecinos recientes y los lugareños no genera ningún conflicto. En general, la gente sonríe al ser consultada sobre porqué la nueva elección arrojaría guarismos diferentes.Fuente: El Diario

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